Las proyecciones en materia de gestión pasiva se han reducido considerablemente año tras año. En 2015, los inversores institucionales preveían un aumento del 9% en las inversiones pasivas en los siguientes tres años, y ahora prevén un aumento de tan solo el 1% de aquí a 2019. Cuando se les pide que comparen las ventajas […]
Dirigentes Digital
| 14 mar 2017
Las proyecciones en materia de gestión pasiva se han reducido considerablemente año tras año. En 2015, los inversores institucionales preveían un aumento del 9% en las inversiones pasivas en los siguientes tres años, y ahora prevén un aumento de tan solo el 1% de aquí a 2019. Cuando se les pide que comparen las ventajas relativas de las inversiones activas y pasivas, el 86% de los institucionales globales indica que la inversión activa es más apropiada para generar alfa, para generar rentabilidades ajustadas al riesgo (64%), para acceder a oportunidades en los mercados emergentes (76%) y para invertir con criterios ESG (75%).
Para el 75% de los inversores institucionales, los particulares no son totalmente conscientes de los riesgos de la indexación, que puede provocar en ellos una falsa sensación de seguridad. Sophie del Campo, directora general de Natixis Global AM para Iberia, Latinoamérica y US Offshore, explica afirma que “aunque los inversores institucionales aprecian las ventajas de las inversiones pasivas para objetivos concretos, creen que los inversores particulares, que han pasado a confiar demasiado en la indexación, podrían tener dificultades. La gestión activa es clave en entornos como el actual, donde encontrar valor y gestionar el riesgo es cada vez más complicado”.
El reto de la gestión de los pasivos
La gestión de los pasivos reviste la máxima importancia para los inversores institucionales. Siete de cada diez entidades encuestadas han adoptado estrategias de gestión de activos y pasivos para ayudarles a adecuar las ventas de activos y los flujos de rentas a los gastos futuros con el fin de gestionar el riesgo de liquidación. Muchas de estas estrategias se han basado en activos de renta fija de alta calidad, pero las entidades están usando ahora una amplia gama de instrumentos en sus inversiones orientadas a la gestión de pasivos (LDI, por sus iniciales en inglés).
Algunos de estos instrumentos son las estrategias de cobertura (usadas por el 47%), los bonos indexados a la inflación (44%) y los bonos nominales (37%). Sin embargo, también están buscando un conjunto más amplio de opciones. Alrededor de tres cuartas partes de los inversores institucionales (77%) señalan que las inversiones alternativas tienen un importante papel que desempeñar en la gestión de carteras LDI, ya que ofrecen unos valiosos rasgos de diversificación y atenuación del riesgo y complementan el conjunto de la cartera.
Más peso de activos reales y alternativas
A la hora de analizar sus objetivos, el 70% de los inversores globales cree que sus expectativas de rentabilidad son factibles, pero la confianza podría no ser tan fuerte como parece a primera vista. La mitad (50%) de los inversores institucionales prevé reducir sus supuestos de rentabilidad durante los próximos doce meses. Una razón para recortar estas expectativas es el reto de encontrar rentabilidades: el 75% de los encuestados afirma que cada vez es más difícil encontrar alfa en unos mercados cada vez más eficientes.
Aunque la mayoría confía en que podrá satisfacer sus pasivos a largo plazo, el 62% piensa que la mayoría de sus homólogos no lo conseguirá. El 80% de los inversores españoles (69% a nivel global) coincide en que las técnicas tradicionales de diversificación y creación de carteras deben reemplazarse con nuevos enfoques.
· El 67% de los inversores institucionales globales piensa que las gestoras de capital riesgo ofrecen unas rentabilidades ajustadas al riesgo más altas que las clases de activos tradicionales y más de la mitad (55%) cree que el capital riesgo ofrece una mejor diversificación que los valores tradicionales.
· El 73% considera que la deuda privada ofrece mejores rentabilidades ajustadas al riesgo que las inversiones tradicionales en renta fija. Las tres áreas que consideran más prometedoras son infraestructuras, atención sanitaria y la combinación de los sectores de tecnología, medios de comunicación y telecomunicaciones. Muchos también aseguran que podrían contemplar hacer un mayor uso de los préstamos directos (44%) y la deuda garantizada (34%).
· Alrededor de un tercio (34%) de los inversores institucionales globales reconoce tener planes para aumentar la exposición a activos reales, como los inmuebles, las infraestructuras y la financiación de aviones, durante los próximos doce meses. Como se ha visto con sus opiniones generales sobre los mercados privados, en el 63% de los responsables institucionales el objetivo primario a la hora de invertir en activos reales es conseguir rentabilidades más altas.
· Cerca del 60% de los inversores institucionales españoles (58%) afirma estar aumentando la exposición a las estrategias con inversiones alternativas este año. La adopción de las inversiones alternativas no se limita a las carteras de crecimiento, ya que el 87% de los encuestados (77% a nivel global) señala que los activos alternativos también pueden desempeñar un papel importante en las inversiones orientadas a la gestión de pasivos.
“Los factores de riesgo cambian a lo largo del tiempo, pero el reto al que se enfrentan los inversores institucionales sigue siendo el mismo: ofrecer resultados a largo plazo mientras lidian con las presiones a corto plazo en los mercados”, explica Sophie del Campo. “Debido a los mandatos que reciben, los inversores institucionales no tienen la opción de evitar el riesgo. Deben superar su desventajas o cambiar las reglas del juego, algo que están haciendo al equilibrar los riesgos y abrazar formas alternativas de construir carteras, siempre con un ojo puesto en el largo plazo”, añade.