Los mercados no votan pero son decisivos para determinar el futuro económico de un país. Se ha escrito ríos de tinta sobre el impacto de una Cataluña independiente, normalmente estudios parciales sobre qué pasaría si triunfa el desafío soberanista. El presidente de la Generalitat firmó el pasado sábado el decreto de la convocatoria de la […]
Dirigentes Digital
| 30 sep 2014
Los mercados no votan pero son decisivos para determinar el futuro económico de un país. Se ha escrito ríos de tinta sobre el impacto de una Cataluña independiente, normalmente estudios parciales sobre qué pasaría si triunfa el desafío soberanista. El presidente de la Generalitat firmó el pasado sábado el decreto de la convocatoria de la consulta, aunque el Gobierno ha actuado con celeridad para suspenderla, los grandes inversores ya han movido posiciones frente a la incertidumbre que se ha generado.
Desde la pasada semana el precio de la deuda española a diez años ha subido con fuerza. La rentabilidad ha pasado del 2,15% al 2,20%, llegando a alcanzar un máximo del 2,28%, con lo que ha arrastrado la prima de riesgo, el diferencial respecto al bund alemán, hasta máximos de dos semanas en 123 puntos básicos. Lo mismo ha pasado con los bonos catalanes a diez años que han marcado máximos semanales.
La agencia de calificación Fitch ha lanzado la primera alerta al poner en revisión negativa a la deuda catalana. Actualmente el rating está en BBB-, a un escalón del bono basura y dos peldaños por debajo de la nota de la deuda española. La firma argumenta que su decisión está basada por las tensiones entre el gobierno central y el gobierno regional de Cataluña por la convocatoria del próximo 9 de noviembre.
Además, la agencia explica que no ha recortado el rating por el apoyo del Estado con el Fondo de Liquidez Autonómica, que el Gobierno puso en marcha en marzo de 2013. Fitch cree que por lo menos hasta 2015, Cataluña necesitará apoyo financiero para encontrar los mercados abiertos con condiciones asumibles. Ve complicado que España siga ofreciendo la misma cobertura si no cambia las relaciones entre los dos gobiernos. Y sentencia que difícilmente los inversores internacionales compren deuda catalana con el actual clima de incertidumbre.
Una situación parecida se vivió con el referéndum de Escocia, pese a que era difícil de que saliera victorioso el sí por la independencia. Pero eso no he evitó mucho nerviosismo alrededor de los activos del Reino Unido, con un hundimiento de la libra esterlina y una ola de venta de deuda soberana, los días previos a la consulta. Los mercados no votan, pero odian la incertidumbre.