Terremoto Trump para la economía estadounidense. Es lo que esperan algunos análisis económicos de la hipotética llegada del magnate inmobiliario a la Casa Blanca el próximo 8 de noviembre. Pero lo cierto es que en plena campaña el salvaje Donald Trump se está moderando. Prueba de ello es que de la promesa inicial de rebajar […]
Dirigentes Digital
| 08 oct 2016
Terremoto Trump para la economía estadounidense. Es lo que esperan algunos análisis económicos de la hipotética llegada del magnate inmobiliario a la Casa Blanca el próximo 8 de noviembre. Pero lo cierto es que en plena campaña el salvaje Donald Trump se está moderando. Prueba de ello es que de la promesa inicial de rebajar los impuestos en 10.000 millones de dólares, el candidato republicano ha retocado su programa electoral para que el recorte tributario se quede en 4.400 millones en su posible mandato. A pesar de la moderación de las últimas semanas, mantiene la mano dura contra la inmigración y el desmantelamiento del Obamacare como eje fundamental de sus políticas que repercutirá irremediablemente en la economía estadounidense. Los programas económicos de los candidatos a la Presidencia de Estados Unidos no podrían ser más opuestos, aunque Trump haya maquillado ligeramente sus intenciones. Puro liberalismo económico, en línea con la tradición republicana, frente al keynesianismo al que se abraza Hillary Clinton. Desde el punto de fiscal, ambos candidatos apuestan por un aumento del gasto, por mucho que en campaña Trump critique a Obama por aumentar la deuda del país con sus políticas. El dirigente defiende un recorte impositivo fuerte y generalizado (de 4.400 millones de dólares en cinco años), beneficiando especialmente a las rentas más altas. Por su parte, Clinton aboga por aumentar también los impuestos, especialmente a los individuos con rentas más altas. Según la organización independiente Committee for a Responsible Federal Budget, el programa fiscal de Trump llevaría la deuda pública del 104% del PIB actual al 143% en 2026, mientras en el caso de Clinton, la deuda quedaría compensada. La estimación de la entidad sitúa a la deuda en el 107% del PIB en 2026. Sobre el papel el impacto de las políticas económicas de ambos candidatos tendrá muy distintas consecuencias. Moody’s Analytics predice un crecimiento económico anual promedio en 2016-2026 del 1,4% en el caso de que Trump ganara; del 2,4% en el caso de que fuera Clinton, sobre un escenario base de crecimiento del 2,1% en el caso de que no se produjeran la implantación de medidas económicas. Antes los agoreros pronósticos de los expertos, Trump defiende que su programa creará 25 millones de puestos de trabajo y un crecimiento anual para la economía del 4%. Trump no baja al detalle en sus propuestas económicas. Es otra de las diferencias notables entre los dos aspirantes. Clinton ofrece un amplio detalle en las cerca de 40 medidas de su propuesta, mientras Trump se queda en los titulares y promesas positivas. La candidata demócrata se ha comprometido a gastar 250.000 millones de dólares en infraestructuras, 500.000 millones en educación y 400.000 millones en sanidad, las dos últimas partidas en diez años. Trump apoya el gasto en infraestructura y en defensa pero sin detalle. Para algunas instituciones las pérdidas en ingresos por su programa fiscal limitarán la capacidad de gasto como indica Oxford Economics. Los dos políticos coinciden en aumentar la inversión pública para cumplir con sus expectativas de empleo. Pero no es el único punto en común. Curiosamente, ambos candidatos ofrecen beligerancia sobre el aperturismo en el comercio y los tratados de libre comercio. Los acuerdos comerciales no gozan de mucha popularidad en Estados Unidos, sobre todo en la clase media blanca. Para gran parte de esta población son la causa de la destrucción de empleo en el sector industrial, que son los que mayor remuneración tienen en el país. Clinton ha asumido el discurso de adversario en primarias Bernie Sanders para limitarlos, pero sin llegar al extremo de Trump que se ha comprometido a romper con todos los tratados e imponer fuertes aranceles a los productos importado de México y China. De hecho, la gran deslocalización de las empresas manufactureras estadounidenses se ha dirigido a estos países perjudicando a los grandes estados industriales como Ohio, Michigan y Pennsylvania. En materia de inmigración, está otro de los choques de trenes. Clinton defiende la legalización de un gran número de inmigrantes sin papeles. La medida impulsa las previsiones económicas para un escenario de victoria demócrata. El programa de Trump contempla la voluntad de deportar más de 11 millones de inmigrantes indocumentados. Peterson Institute for International Economics apuntan a pérdidas relevantes a nivel de PIB y empleo por esta medida. Según el escenario que describe la entidad, podrían implicar la destrucción de más de 4 millones de empleos en el sector privado del país y provocar una recesión en 2019. Para espantar a las previsiones más apocalípticas para uno u otro bando. Es difícil que los dos candidatos puedan aplicar sus recetas tal cual. El contexto económico, y la responsabilidad del poder, como se ha visto en Trump en los últimos días hacen que sus propuestas puedan ser moduladas. Además, como le ha sucedido a Obama en sus dos legislaturas, el presidente de Estados Unidos para aplicar las políticas programáticas se necesita la mayoría en el Congreso y el Senado.