En unas declaraciones a la BBC, la jefa del Gobierno dio a conocer por primera vez un calendario sobre las futuras negociaciones para la retirada británica de la UE y despeja una de las grandes incógnitas del proceso del Brexit.
Con motivo del comienzo hoy del congreso anual del Partido Conservador británico en Birmingham, May dijo que informará hoy a su partido este calendario, tres meses después de que el Reino Unido votase a favor del "divorcio" de Bruselas en el referéndum del pasado 23 de junio.
Esto significa que la salida completa de Reino Unido será en primavera de 2019, antes de las próximas elecciones generales en el país. Entre ambos eventos, el Gobierno británico presentará la enmienda a la totalidad de la Ley de las Comunidades Europeas, que entronca la legislación europea con los estatutos británicos.
La primera ministra británica ha añadido que su Gobierno estará capacitado para llevar a buen término el "trabajo preparatorio" antes de la invocación del artículo y que el país atravesará una "transición suave" después de su salida de la Unión Europea.
"El calendario está preparado para el primer trimestre de 2017", ha explicado. "Y una vez que se active el artículo, comenzará un proceso de negociación más fluido", ha añadido. En el momento en que el artículo 50 sea activado, el Reino Unido tendrá dos años para negociar y resolver su situación, aunque el plazo podrá ser ampliado.
La UE deberá alcanzar un acuerdo con Reino Unido sobre cómo se programa esa salida, "teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la Unión". Habrá dos años para negociar porque, transcurrido ese plazo, los tratados dejan de aplicarse a Reino Unido. Cabe, eso sí, la posibilidad de prorrogarlo por unanimidad (descontado Reino Unido).
Una vez formalizado el Brexit, se tendrá que negociar un nuevo marco de relación con el club comunitario (con la posibilidad de que los miembros más hostiles puedan bloquear). Y también con el resto del mundo. Porque a no ser que se habilitara un mecanismo extraordinario, los más de 50 acuerdos comerciales que la UE mantiene con terceros países dejarían de aplicarse automáticamente a Reino Unido. En conjunto, los dos procesos pueden demorarse durante años.