De momento, las probabilidades están así: aproximadamente un 30% para el mes que viene, un 60% para julio y la mayor parte de los analistas de adhieren a septiembre. Y es que, la idea generalizada es que, más allá del buen avance de la economía estadounidense en el inicio del segundo trimestre (compensando la debilidad […]
Dirigentes Digital
| 27 may 2016
De momento, las probabilidades están así: aproximadamente un 30% para el mes que viene, un 60% para julio y la mayor parte de los analistas de adhieren a septiembre. Y es que, la idea generalizada es que, más allá del buen avance de la economía estadounidense en el inicio del segundo trimestre (compensando la debilidad del primero), aún quedan datos por revisar y, sobre todo, resta por ver qué pasa en el referéndum sobre la pertenencia de Reino Unido a la Unión Europea (UE).
Además, no debemos olvidar que tras el encuentro de julio, en el cual contaríamos ya con mucha más información relevante sobre la mesa, no hay rueda de prensa.
Citi, en concreto, apuesta por septiembre y cree que los tipos de interés cerrarán el año en el 0,75% (frente al rango de 0,25%-0,50% actual); alcancen el 1,25% en 2017; el 2,25% en 2018; y toquen techo en el 3% en 2019.
Para su estratega en España, José Luis Martínez Campuzano, la cuestión "no es tanto que la subida se considere urgente, como que no es necesario tener tipos tan bajos. Pero, además, debemos considerar, tanto los riesgos de mantenerlos reducidos durante demasiado tiempo, como el de incrementarlos demasiado rápido sin preparar al mercado. Y en mi opinión no es mayor el primero frente al segundo riesgo. Al final, cuestiones como la estabilidad financiera y la credibilidad deben también considerarse en la decisión final".
Con todo, señala que existe una ‘norma’ no escrita que "recomienda a los bancos centrales aprovechar las oportunidades para tomar decisiones. Quizá más tarde ya no puedan. Algo de esto debió pensar en diciembre. Aunque, ¿a qué coste? En esta pregunta incluyo la fuerte inestabilidad de los mercados financieros que obligó a la propia Fed a retrasar la subida de tipos prevista a principios de año y al resto de los principales bancos centrales a emplearse a fondo para combatir la inestabilidad financiera".
Las Bolsas caerán rápidamente entre un 10% y un 15%
No podemos olvidar que este inicio de año, con China y las materias primas presionando también, ha sido el peor para los activos de riesgo en mucho tiempo. Como muestra, un botón: a principios de enero las Bolsas perdieron cerca de siete billones de su valor.
Así, por ejemplo, Steen Jakobsen, economista jefe de Saxo Bank, advierte que si se produce el aumento de tipos en junio, las Bolsas caerán rápidamente entre un 10% y un 15%. Considera este experto que si el banco central da ‘un paso al frente’ el mes que viene "cometerá un gran error", pues "está interpretando la reciente mejora de los datos estadounidenses como un aumento en el momentum global". Y no es así.
"La economía todavía está funcionando muy por debajo de su potencial, por lo que si Yellen finalmente eleva los tipos ahora, tendrá que volver a bajarlos después". Es más, en el ámbito doméstico señala que "las condiciones del mercado laboral están a punto de volverse más débiles y lo harán pronto".
En este sentido, Capital Economics señala que el escenario de un aumento del precio del dinero en junio "es una posibilidad realista, pero todavía nos preguntamos si un decepcionante Informe de Empleo de mayo hará que se espere hasta julio o incluso septiembre". En cualquier caso, en lo que se diferencian del consenso, es en su previsión de que "el rápido repunte de la inflación obligará a la autoridad monetaria a endurecer su política monetaria a cambiar su rumbo el año que viene, alcanzando un rango de entre el 2,25% y el 2,50% para finales de 2017".
¿Debe tener miedo la renta fija?
Coincide en su visión alcista sobre los precios Richard Turnill, director mundial de estrategia de inversión en BlackRock: "A corto plazo, pronosticamos un repunte de la inflación en Estados Unidos y preferimos bonos del Tesoro referenciados a la inflación (TIPS) frente a los tradicionales".
Bruno Colmant, jefe de análisis macro de Degroof Petercam, por su parte, se pregunta si los mercados de renta fija deben temer un aumento de los tipos. "La respuesta debe ser matizada. Un incremento brusco es poco probable, ya que se vería contrarrestado por los bancos centrales. Por otra parte, esta subida podría tener un efecto devastador en los mercados de activos. Sobre la base de los datos promedio, el valor de acciones y obligaciones podrían caer en torno al 10%".
Por el contrario, un endurecimiento gradial "sería el anuncio de una normalización monetaria y, por tanto, una señal positiva de que se está saliendo de una situación extremadamente singular. En este último supuesto, los tipos aumentarían progresivamente por un efecto alcista sobre los tipos a corto plazo, que se propagarían gradualmente a los de largo. Si este aumento de los tipos de interés correspondiera además a una presión inflacionista, el impacto negativo sería mitigado".
Emergentes en un mejor punto de partida
Durante el primer año tras el ciclo alcista iniciado por la Fed en febrero de 1994, las monedas emergentes sufrieron fuertes pérdidas, aunque les fue mucho mejor en los iniciados en junio de 1999 y el mismo mes de 2004.
"Hay razones para apostar por un buen comportamiento de estas divisas hasta finales de 2017, incluso si los tipos suben más de lo que se espera", afirma Capital Economics. En primer lugar, por la fuerte devaluación que ya acumulan y, en segundo, porque son mucho menos vulnerables a las perturbaciones externas que en el pasado. Asimismo, añaden, la divergencia entre la política monetaria estadounidense y la de los emergentes no será tan marcada, y sus perspectivas para las materias primas son "positivas a medio plazo".
Al mismo tiempo, Michael Boye, experto en renta fija de Saxo Bank, señala que las nuevas expectativas en torno a la Fed ya han "enfriado el interés por la deuda de mercados emergentes". Ahora bien, matiza que el banco central "va a tener cuidado de encender una nueva crisis de la deuda", por lo que actuará de forma "más gradual y lenta" que "funcione mejor de cara a los mercados emisores y también que los mercados emergentes de bonos puedan hacer frente.