China tiene actualmente dos mercados principales de valores (Shanghai y Shenzhen). Hong Kong, la colonia devuelta por Reino Unido a China hace ahora veinte años, también tiene otra bolsa pero su funcionamiento es completamente distinto. Para empezar, el Hang Seng de Hong Kong es un índice abierto a la inversión internacional, no como las bolsas […]
Dirigentes Digital
| 26 jun 2017
China tiene actualmente dos mercados principales de valores (Shanghai y Shenzhen). Hong Kong, la colonia devuelta por Reino Unido a China hace ahora veinte años, también tiene otra bolsa pero su funcionamiento es completamente distinto. Para empezar, el Hang Seng de Hong Kong es un índice abierto a la inversión internacional, no como las bolsas en Shanghai o Shenzhen. Y, aunque Hong Kong es oficialmente parte de China, tiene su propia divisa que responde, por otra parte, a una política monetaria propia e independiente. Las bolsas en Shanghai y Shenzhen, sin embargo, siguen estando sometidas al control estricto sobre la balanza de capitales; lo cual significa que no reciben, libremente, inversiones del exterior. Existen los mecanismos QFII, que se traduce como ‘inversiones institucionales extranjeras cualificadas’, unas cuotas reguladas de inversión extranjera insuficientes para afectar a las cotizaciones. Estas restricciones, junto al hecho de que el Renminbi no es plenamente convertible, han aislado a la bolsa china del mundo durante todos estos años. ‘Sin flujos libres desde el exterior, las bolsas chinas no han podido menos que caer en la irrelevancia’, señala Han Feng, asesor del Banco Central de China, a DIRIGENTES. ‘Los mercados de acciones o bonos, en China, solamente representan el 17% del sistema financiero’, remata. Contrasta, sin duda, con el tamaño de las bolsas en otras economías abiertas como Estados Unidos, Hong Kong o Europa, nunca inferior al 50%. Todo esto, sin embargo, lleva tiempo cambiando, como bien demuestra la inclusión de doscientas empresas cotizadas chinas dentro del principal indicador dedicado a las naciones emergentes: el MSCI. ‘Esta medida, por ejemplo, va a permitir que cualquier inversor compre acciones cotizadas en China’, explica Hu Xingdou, analista independiente, a DIRIGENTES. Ahora es posible invertir en acciones chinas desde Hong Kong, siendo extranjero, al estar conectada su bolsa con los mercados de Shanghai o Shenzhen. ‘Sin estas medidas de apertura, las empresas cotizadas chinas nunca habrían sido incluidas dentro del MSCI’, recuerdan desde el indicador. El objetivo principal, sin embargo, sigue siendo poder invertir directamente en empresas cotizadas chinas desde otros mercados internacionales. La reforma financiera china parece estar avanzando hacia esa dirección. Por un lado, la balanza china de capitales es posible que se liberalice hacia 2020-21. El Renminbi fue recientemente incluido en los Derechos Especiales de Giro, del Fondo Monetario Internacional, donde solamente se aceptan divisas plenamente convertibles. Al pertenecer a dicha cesta, por tanto, se persigue la plena convertibilidad del Renminbi. Y conforme se liberalice la balanza china de capitales, los flujos monetarios con China no tendrán restricción alguna, tampoco sobre las bolsas. Este escenario es, esencialmente, el que parecen estar manejando los dirigentes del MSCI. Muchas empresas chinas, por último, van a beneficiarse con esta medida. Solamente dentro del sector tecnológico, las cotizadas chinas pueden atraer setenta mil millones de dólares en inversiones el primer año. El acceso al capital internacional sin restricciones debe mejorar la eficiencia del sistema financiero chino. Los bancos estatales controlan ahora casi todo el crédito de la economía. Son el 60% del sistema financiero. Y sus préstamos, en muchas ocasiones, no responden a criterios de racionalidad económica. En una nueva economía de consumo, donde las tecnologías disruptivas o el sector privado deben desempeñar un papel fundamental, la estructura del sistema financiero chino tiene que cambiar. El ahorro privado debe ahora canalizarse eficientemente, mediante mecanismos como las bolsas, hacia aquellas empresas chinas llamadas a vertebrar una economía nueva, orientada al consumo, con altas tasas de productividad. Para alcanzar este objetivo es necesario eliminar los controles existentes sobre la balanza de capitales. Permitir la plena convertibilidad del Renminbi. Y tener un sistema financiero eficiente, liderado desde la bolsa, abierto al mundo. Otro paso en esta dirección es como debe interpretarse la decisión del MSCI.