Recepciones Recepciones en palacios dorados, honores de caballería con jinetes vestidos con la túnica blanca y el turbante árabe Kufiyah… Las imágenes parecían sacadas del clásico del cine "Lawrence de Arabia". Sólo desentonaba una cosa: El Rey español iba con traje de corte occidental. ¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo! Te he echado de menos- le decía […]
Dirigentes Digital
| 27 ago 2014
Recepciones Recepciones en palacios dorados, honores de caballería con jinetes vestidos con la túnica blanca y el turbante árabe Kufiyah… Las imágenes parecían sacadas del clásico del cine "Lawrence de Arabia". Sólo desentonaba una cosa: El Rey español iba con traje de corte occidental.
¿Cómo estás? ¡Cuánto tiempo! Te he echado de menos- le decía Don Juan Carlos, cojeando y bastón en mano, al ministro de Estado de los Emiratos Árabes Unidos, Sultán al Yaber.
Su Majestad -que anunció su abdicación el pasado 2 de junio-, se pasó parte de la primavera de 2014 en plena "misión a la península arábiga". Una gira en varias fases que incluyó Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Baréin, Arabia Saudí, Catar y Omán. La misión oficial declarada es la de abrir terreno a las empresas españolas en esta parte de los países del golfo pérsico. La corte ccon la que viajó Don Juan Carlos desde luego parece confirmar que ese ha sido el objetivo: En el Airbus A-310 de la Fuerza Aérea han volado con Don Juan Carlos decenas de altos ejecutivos de empresas españolas (ACS, Indra, OHL, Airbus, Técnicas Reunidas, FCC, CAF-Talgo, Abengoa, Cepsa y Ferrovial, entre otros).
Los países visitados pertenecen al llamado Consejo de Cooperación para los Emiratos Árabes (CCEAG). La organización, creada en 1985, engloba a todas las petromonarquías, excepto Yemen: Baréin, Kuwait, Omán, Catar, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. En común tienen que son países que viven esencialmente del petróleo y son sistemas hereditarios; que tienen que importar gran parte de los alimentos que consumen; que están en plena expansión y diversificación de sus economías; y que tienen poblaciones muy jóvenes y muy dispuestas a consumir. Es el sueño para las empresas españolas, secas de liquidez pero plenas en savoir-faire. Un ejemplo: Técnicas Reunidas ha conseguido recientemente un contrato en Arabia Saudí, con la petrolera estatal Aramco, por 1.225 millones de dólares.
Un grupo de países afines a la Marca España
La zanahoria para el esfuerzo realizado por el monarca, aún convaleciente, ha sido tratar de conseguir proyectos similares al ya concedido AVE del desierto,el histórico contrato de 6.736 millones de euros que conecta las ciudades de Medina y La Meca, lugar de peregrinación de millones de musulmanes cada año.
Pero el tren de alta velocidad no ha sido solo un acicate, sino que ha tenido un efecto arrastre. FCC ha conseguido por ejemplo el contrato para construir tres líneas del metro de Riad, la capital Saudí. Y ha servido de carta de presentación en estos países. "Hay una relación histórica entre España y el mundo árabe, y hay una buena dosis de respeto mutuo, y admiración de ellos por nuestros productos y nuestros servicios", asegura para Dirigentes Javier Albarracín, jefe de Desarrollo Económico del Instituto Europeo del Mediterráneo. "No hace falta empezar a venderse desde cero, hay buena imagen".
Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (nueve de los 11 terroristas eran saudíes), muchos árabes de la zona, hartos de que las autoridades fiscales, aduaneras e incluso políticas estadounidenses les tuvieran bajo sospecha, empezaron a repatriar gran parte de sus capitales, y a invertirlos en otras plazas financieras donde se sentían más cómodos: Londres, Suiza, Francia…
Este grupo de países está entre los considerados de altos ingresos por el Banco Mundial (ver despiece). Arabia Saudí, el gigante de la zona (tanto en población, casi 30 millones de personas, como en tamaño e influencia política) está en el lugar numero 19 en Producto Interior Bruto. Llama más la atención, si cabe, los ingresos per cápita de Catar, de unos 75.000 dólares por persona y año, o de Kuwait, 45.000.
Obviamente estos recursos no están justamente distribuídos. Pero eso no afecta al resultado final: el Estado tiene un enorme nivel de reservas, petrodólares normalmente, que emplear. "Es una masa financiera brutal que tienen que gastarse para contentar a sus propias sociedades y evitar así el contagio de las revueltas de otros países árabes", comenta Albarracín. "Por eso están aumentando muchísimo el gasto público: desde aumentar los salarios a los funcionarios, a lanzar grandes infraestrucuras como los AVEs del desierto o los grandes centros financieros, enormes ciudades petroquímicas o recintos feriales como los que está creando Arabia Saudí, que tiene, por ejemplo, la feria más importante agroalimentaria del mundo árabe… Y luego está Catar, con el mundial de fútbol y otros negocios deportivos".
Puede leer el reportaje completo en la revista Dirigentes de julio y agosto.