Justo tras su anuncio oficial, Johannes Müller, de Deutsche AWM, señalaba que el plan del BCE no sería "ninguna panacea, ni una fuerza destructiva. Es probable que su efecto positivo más duradero en la economía provenga de la devaluación del euro, lo que equivale a un pequeño plan de estímulo. En cualquier caso, es probable […]
Dirigentes Digital
| 23 mar 2015
Justo tras su anuncio oficial, Johannes Müller, de Deutsche AWM, señalaba que el plan del BCE no sería "ninguna panacea, ni una fuerza destructiva. Es probable que su efecto positivo más duradero en la economía provenga de la devaluación del euro, lo que equivale a un pequeño plan de estímulo. En cualquier caso, es probable que el impacto global del QE sea limitado".
Pocos días después, Julien-Pierre Nouen, economista y estratega de Lazard Frères Gestion, explicaba en una entrevista a DIRIGENTES que "no será tan efectivo como hubiera sido años atrás, pero es algo positivo, sobre todo en lo que respecta a la confianza, porque muestra el compromiso del BCE para hacer lo que haga falta para apoyar el crecimiento y cumplir con su mandato. Pero sí, sin duda, habría sido mejor implementarlo hace unos pocos años y para ser completamente efectivo necesita que los Gobiernos respondan con las reformas necesarias que impulsen el crecimiento, que incrementen la inversión".
Ahora, la agencia de calificación crediticia Standard & Poor’s (S&P) advierte que a menos que la Zona Euro profundice en las reformas estructurales, los "vientos en contra" podrían evitar que vuelva al crecimiento previo a la crisis. De hecho, el analista de la firma Moritz Kraemer, advierte que las calificaciones soberanas de la región "podrían volver a sufrir presiones renovadas".
De la mano del QE, la "ilusión" ha vuelto al Viejo Continente, la renta variable se ha disparado; las condiciones crediticias, mejorado; los temores sobre Grecia se mantienen bajo control; el euro ha caído, impulsando la competitividad y las expectativas de inflación… Además, la caída de los precios del petróleo ha incrementado las rentas disponibles y, por tanto, apoyado la demanda interna…
Sin embargo, las nuevas previsiones de crecimiento del BCE, revisadas tras lanzar este programa, apuntan a un ascenso del PIB del 1,5%, aproximadamente la mitad de la expansión que estos analistas esperan para Estados Unidos o Reino Unido. ¿Por qué, a pesar del entorno propicio, es la Zona Euro incapaz de crecer a las tasas anteriores a la crisis (2,1% en el periodo comprendido entre 1996 y 2005?
Cuatro son los factores que sirven a la agencia para responder a esta pregunta: la aparición de "vientos en contra" demográficos; la disminución de la globalización y de la ventajas de la especialización; el debilitamiento de la productividad; y los "atrofiados" niveles de inversión, ya que el desapalancamiento se cobra su peaje.
"Tras revisar estos elementos, podemos concluir que el potencial de crecimiento puede ser menor de lo que solía ser antes de la crisis", afirma Kraemer. Si aceptamos la relevancia de estos "lastres", probablemente la mejora de la economía decepciona. "Creemos, sin embargo, que una producción robusta y una creación de empleo fuerte son indispensables para garantizar la estabilidad política, la cohesión social y, en última instancia, la solvencia soberana. Por tanto, consideramos que los nuevos avances en la modernización de las reformas microeconómicas es más importante que nunca para hacer a la Zona Euro más resistente y adaptable", concluye.