Desde 2012, recuerdan Rafael Alonso y Jesús Amador, analistas de Bankinter, los bonos europeos han sido uno de los activos estrella. "La expectativa (y posterior materialización) de un programa de compra de bonos por parte del Banco Central Europeo (BCE) contribuyó a incrementar los precios de los bonos soberanos de los principales países", explican. Sin […]
Dirigentes Digital
| 25 jun 2015
Desde 2012, recuerdan Rafael Alonso y Jesús Amador, analistas de Bankinter, los bonos europeos han sido uno de los activos estrella. "La expectativa (y posterior materialización) de un programa de compra de bonos por parte del Banco Central Europeo (BCE) contribuyó a incrementar los precios de los bonos soberanos de los principales países", explican.
Sin embargo, reconocen, "tras un comienzo de año estelar animado por el inicio del QE y una política monetaria acomodaticia por parte de la Fed, el pasado mes de abril se inició un sell-off cuyo saldo es una pérdida del 1,2% en 2015, medido por el índice Iboxx de renta fija soberana".
En este sentido, apuntan a que la renta fija se puede ver afectada por tres factores principales: riesgo de inflación (el aumento de los precios genera una pérdida del valor de los flujos de caja generados por un bono si se mide en términos de poder adquisitivo), de duración (sensibilidad del precio a cambios en los tipos) y de liquidez (implica que el vendedor no encuentre contrapartida para vender un bono antes de su vencimiento sin incurrir en pérdidas).
Así, el reciente cambio de tendencia experimentado por los mercados de deuda se explica, en primer lugar, por la recuperación del petróleo (un 38% desde mínimos), que reduce las tensiones deflacionistas; además, la mejora de los fundamentales "ha propiciado un aumento en las Tires que corrige los excesos del primer trimestre" al calor del QE del BCE y que llevó a rentabilidades negativas en muchos tramos. Finalmente, estamos asistiendo a un movimiento similar al visto en Estados Unidos con los programas de estímulo de la Fed: los mercados anticipan con subidas de precios (bajadas de TIR) el aumento en la demanda de bonos por parte del banco central para posteriormente ajustar al alza sus perspectivas de inflación y crecimiento, lo que se traduce en un aumento en la pendiente de la curva de tipos y en la TIR exigida a los bonos.
Con esto en mente, la firma espera una "evolución mediocre de los precios medios con cierta estabilidad en el tramo corto de la curva y un aumento de las TIRes en el tramo medio y largo". En concreto, estiman que "hasta que el retorno a la normalidad no se produzca, las variaciones en los yields de los bonos a largo plazo son mayores que en los de corto plazo, causando mayores variaciones en el precio. En consecuencia, actualmente no compensa asumir riesgo de duración".
Añaden además que no tiene sentido comprar deuda con rentabilidades negativas, pues sólo tendría sentido hacerlo si entramos en un proceso deflacionista que no estiman vaya a suceder. Adelantan un rebote en la periferia, cuando se cierre el acuerdo con Grecia y lo aprovecharíamos para reducir exposición.
Por otra parte, consideran que el atractivo de la renta fija corporativa se ha reducido, ya que "los spreads se encuentran en mínimos históricos y el potencial de estrechamiento es limitado; y la liquidez es menor porque los inversores que tienen comprados estos activos a yields superiores no parecen dispuestos a venderlos ante la falta de alternativas que igualen esas .
Con todo, ven ciertas oportunidades en la deuda corporativa estadounidense, especialmente en ratings "BBB" e incluso high yield, que se pueden ver respaldados por la subida de tipos de la Fed; la recuperación de las compañías de shale oil (petróleo de esquisto) al calor del repunte del crudo; y de unas tasas de default que continuarán siendo reducidas (Moody’s estima que por debajo del 3%). "En definitiva, el superciclo de renta fija está ofreciendo síntomas de agotamiento, por lo que rebajamos nuestra recomendación sobre esta clase de activo desde comprar hasta neutral", concluyen.