Las tarjetas revolving son un producto relativamente nuevo en nuestro país que ha ido ganando adeptos en un momento en que conseguir un préstamo bancario era difícil. ¿Su principal atractivo? Permiten realizar compras o disponer de efectivo a crédito pagando una cuota elegida por el titular, que puede llegar a ser de únicamente el 3 […]
Dirigentes Digital
| 06 feb 2015
Las tarjetas revolving son un producto relativamente nuevo en nuestro país que ha ido ganando adeptos en un momento en que conseguir un préstamo bancario era difícil. ¿Su principal atractivo? Permiten realizar compras o disponer de efectivo a crédito pagando una cuota elegida por el titular, que puede llegar a ser de únicamente el 3 % de la deuda y mantenerse así de baja gaste el titular lo que gaste. ¿Su riesgo? Que el pago es tan cómodo que el usuario deja de ser consciente de todo lo que debe.
De hecho, la opinión de la organización de consumidores OCU sobre estas tarjetas es contundente: "Desaconsejamos este sistema de amortización" por considerarlo "una opción cara y con un gran peligro de sobreendeudamiento".
Pero veámoslo en cifras, cogiendo como ejemplo una de las ofertas vigentes del mercado actual. Una tarjeta que permite pagar entre el 3 % y el 50 % de la deuda en la cuota mensual, con un mínimo de 30 euros, y una TAE del 26,82 %. Imaginemos que la deuda asciende a 1.000 euros. Al cabo de un mes deberemos 1.022,35 (los 1.000 más los intereses del primer mes).
Si decidimos rembolsar el 50 % del crédito (500 euros), aún nos quedarán por pagar 522,35 euros. Y al mes siguiente, si queremos liquidar la deuda, tendremos que pagar esos 522,35 euros más los intereses del segundo mes. Total, 534,02 euros. En este caso, por un crédito de 1.000 euros habremos pagado unos intereses de 34,02 euros.
Ahora bien, si solo podemos pagar la cuota mínima de 30 euros, al final del primer mes esos 30 se descontarán de los 1.022,35 que ya debemos a causa de los intereses, con lo que nuestra deuda será de 992,35 euros. El segundo mes nuestra deuda habrá ascendido a 1.014,53 (los 992,35 más los intereses del segundo mes) y si abonamos otros 30 euros, el pendiente se quedará en 984,52 euros. Si seguimos pagando a ese ritmo mínimo, el tercer mes nos quedarán por pagar 976,53 euros, el cuarto mes 968,36 y el quinto 960 euros. Nótese que en el quinto mes ya habremos rembolsado 150 euros pero la deuda solo habrá disminuido en 40 euros, por lo que podemos tardar más de ocho años en saldarla, momento en el que ya habremos pagado alrededor de 3.000 euros. Y eso en el supuesto de que no usemos más crédito y sin contar posibles comisiones de la tarjeta.
En resumen, se trata de un arma de doble filo: por una parte, quizá sea el producto crediticio con el pago más cómodo del mercado y, por otra, es una de las formas más caras de financiación, ya que no permite liquidar el 100 % de la deuda cada mes. Estas características desaconsejan las tarjetas revolving para las compras diarias, para las que existen otro tipo de tarjetas de pago flexible que aplican intereses mucho menores.