El oro es un activo que siempre reacciona ante las situaciones geopolíticas y las distintas políticas monetarias. En este sentido, la FED está a punto de aumentar aún más sus tipos de interés. La perspectiva de rendimientos aún más altos se ha convertido en una gran preocupación para los inversores. Básicamente, porque si el precio del dinero […]
Dirigentes Digital
| 12 mar 2018
El oro es un activo que siempre reacciona ante las situaciones geopolíticas y las distintas políticas monetarias. En este sentido, la FED está a punto de aumentar aún más sus tipos de interés. La perspectiva de rendimientos aún más altos se ha convertido en una gran preocupación para los inversores. Básicamente, porque si el precio del dinero se sigue elevando, el boom en curso puede detenerse, apuntan desde Degussa, de tal forma que se corre “el riesgo de que se convierta en una quiebra”. Esta no es una preocupación injustificada ni exagerada, ya que sin duda vivimos en tiempos de auge y crisis. Los bancos centrales, en estrecha cooperación con los bancos comerciales, emiten nuevos fondos a través de la expansión del crédito, lo que reduce artificialmente los tipos de interés del mercado por debajo de su “nivel natural”. El dinero recién inyectado genera una recuperación económica (“boom”). Hace que la inversión y el consumo, impulsados por el crédito fácil, aumenten. Los precios de los activos financieros aumentan, dando a las personas la ilusión de una gran prosperidad, analizan. Además, el aumento incesante de la cantidad de dinero hace subir los precios y, por lo tanto, “erosiona el poder adquisitivo del dinero”. A veces, el impacto inflacionario se manifiesta en el aumento de los precios de los bienes de consumo, a veces en los precios de los activos, como acciones, bonos, vivienda y precios inmobiliarios. En otras palabras: “el sistema monetario actual es crónicamente inflacionario”. Pero tarde o temprano, el boom inflacionario provocado y sostenido por distorsiones monetarias a gran escala se colapsará y se transformará en fracaso, afirman estos expertos. Sin embargo, desafortunadamente para la mayoría de los inversores, “no hay una forma segura de saber cuándo ocurrirá la crisis“. Si el momento en que el auge se convierte en crisis es impredecible, tiene poco sentido que el inversor, por tanto, preste atención a las estrategias de sincronización del mercado. Por ejemplo, si invierte en acciones de grandes compañías y logra comprarlas a un precio decente, existen “muchas buenas razones para mantener estas acciones incluso en una fase de quiebra”. Así pues, desde el punto de vista del inversor, el oro puede considerarse un activo sólido, como el “último medio de pago”. Como se muestra en la tabla siguiente, el oro ha demostrado indudablemente ser un vehículo consistente “a largo plazo”, ya que ha “superado” al dólar estadounidense (y otras divisas emitidas por bancos centrales). De cara al futuro, sin embargo, “el oro tiene otra propiedad que parece ser muy atractiva desde el punto de vista de un inversor inteligente”.