Lo que parecía una operación rápida de Arabia Saudí para devolver el status quo al mapa energético mundial con la irrupción del petróleo esquisito estadounidense, se está convirtiendo en una tormenta perfecta para los países productores de petróleo. Riad pretendía aprovechar el exceso de oferta de crudo provocada por la crisis económica mundial para sacar […]
Dirigentes Digital
| 02 sep 2015
Lo que parecía una operación rápida de Arabia Saudí para devolver el status quo al mapa energético mundial con la irrupción del petróleo esquisito estadounidense, se está convirtiendo en una tormenta perfecta para los países productores de petróleo. Riad pretendía aprovechar el exceso de oferta de crudo provocada por la crisis económica mundial para sacar del mercado a los países productores que no pertenecían al cartel de la OPEP. Principalmente, Estados Unidos. Con un petróleo por encima de los cien dólares, como lo estaba hace justo un año, Rusia, Canadá, Brasil y Estados Unidos estaban alcanzando sus máximos de producción amenazando la hegemonía de Riad en el mercado mundial.
A finales de 2014, Arabia Saudí principal productor de petróleo y de reservas decidió que la OPEP, que la domina con mano de hierro al ser el principal proveedor, debía mantener su cuota de producción pese al descenso de la demanda global y lanzó un desafiante mensaje. Hasta que el resto de países no moderara la producción, el cartel no iba hacer lo propio dejando que los precios cayeran en picado. Los primeros países en notar la fluctuación a la baja del petróleo fueron Venezuela y Rusia. El país latinoamericano con una economía que depende de las exportaciones de crudo casi en su totalidad entró a finales de año en una profunda crisis económica y eso a pesar de que forma parte de la OPEP, mientras en Rusia se desató una crisis financiera con el rublo en caída en picado.
La estrategia de Arabia Saudí ha desatado una nueva crisis en América Latina o ha prolongado la crisis financiera que se desató en 2008, y donde buena parte de los países emergentes habían permanecido casi intactos. El desplome del petróleo ha arrastrado al resto de materias primas amenazando las exportaciones del continente, clave para muchas de sus economías. La plata peruana, la quinua Boliviana o el cobre Chileno está hoy en jaque y a la baja. La dudas sobre China, principal exportador de América Latina, amenaza con hundir a la región en una profunda recesión.
Pero el desplome del petróleo no solo pasa factura a las economías emergentes, también a países desarrollados que son ejemplo de estabilidad económica y modelo sostenible. Noruega siempre se utiliza como la referencia que ha sabido invertir los ingentes ingresos de su potente industria petrolera. Las autoridades del país ya han advertido que con una cotización por debajo de 50 dólares la situación económica es insostenible. Las inversiones en la industria han caído a su nivel más bajo desde el año 2000 y gran parte de las empresas han comenzado a realizar serios recortes en el gasto. Productores de crudo y empresas de servicios relacionadas con el petróleo ya han tenido que recortar más de 20.000 puestos de trabajo. Esta cifra es especialmente preocupante teniendo en cuenta que en el país nórdico una de cada 9 personas trabaja en algo que depende de este producto. El paro se ha disparado a una tasa del 4% algo inimaginable para la economía nórdica que no tenía tales niveles desde hace once años y el PIB se ha frenado en seco.
El último país en caer ha sido Canadá. Su economía ha entrado oficialmente en recesión tras una disminución de 0,5% del PIB. A diferencia de Noruega, sufrió el impacto de la crisis financiera hace cinco años por sus relaciones comerciales con Estados Unidos, epicentro de la crisis.
La estrategia también está afectando al núcleo duro de la OPEP. Salvo Kuwait, el resto de socios de Arabia Saudí: Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar, han registrado descensos en su respectivos PIB. Hasta Arabia Saudí ha tenido que realizar ajustes en sus presupuestos para paliar la caída de ingresos.