La crisis, la competencia feroz o el afán de supervivencia de muchas compañías ha hecho, en algunas ocasiones, que las empresas recurran a un método tan poco ético como el espionaje industrial. Y es que, la piratería industrial no sólo afecta a la capacidad innovadora o al know-how, sino que también puede suponer un gran […]
Dirigentes Digital
| 21 abr 2015
La crisis, la competencia feroz o el afán de supervivencia de muchas compañías ha hecho, en algunas ocasiones, que las empresas recurran a un método tan poco ético como el espionaje industrial. Y es que, la piratería industrial no sólo afecta a la capacidad innovadora o al know-how, sino que también puede suponer un gran agujero económico tanto para las propias compañías como para el PIB de un país.
Un estudio publicado por la consultora Corporate Trust a medidos de 2014 cifraba en 11.800 millones de euros anuales las pérdidas de la industria alemana a causa del espionaje industrial. De acuerdo con este análisis, una de cada dos firmas germanas había sido víctima de la piratería industrial en los dos últimos años. El estudio refleja también que los departamentos de I+D son los más vulnerables.
En el caso de Estados Unidos, el coste del espionaje asciende puede abarcar una horquilla de entre 100.000 y 250.000 millones de dólares, según los últimos datos recogidos por el Gobierno estadounidense.
China, en el punto de mira
Otro dato importante que arroja el informe de Corporate Trust es que la mayoría de los ‘ataques’ provienen de Asia. Y es que parece inevitable pensar en China cuando se habla de copia o de espionaje. Al menos, eso es lo que tanto el gobierno de EE.UU. como el de Alemania.
Pero no sólo los gobiernos apuntan hacia el gigante asiático. La última compañía en acusar a China ha sido Jaguar. El fabricante de automóviles cree que la compañía china Jiangling Motors están copiando sus coches, ya que imitan el diseño de su Evoque SUV.
De confirmarse, éste no sería el único caso de espionaje industrial en el sector automovilístico. En 1993, General Motors (GM) acusó a su rival Volkswagen de piratería después de que el ingeniero español José Ignacio López dejara la dirección de producción de Opel en GM para trabajar en la compañía alemana. GM aseguró que López había revelado secretos empresariales.
La estadounidense logró llegar a un acuerdo por el que Volkswagen se comprometía a pagar 100 millones de dólares y a comprar componentes de GM por valor de 1.000 millones durante siete años.
Otro caso emblemático sobre espionaje industrial lo protagonizaron las hoteleras Starwood Hotels y Hilton Hotels. Starwood aseguró que dos antiguos dirigentes de la compañía, Ross Klein y Amar Lalvani, contratados por Hilton se habían descargado información confidencial para desarrollar nuevos proyectos para la competencia.
Además, otras compañías como Google, Kodak, Microsoft, DuPont o Gillete también han sufrido estas malas prácticas empresariales.