Los mercados no dan tregua y cada vez hay un análisis más profundo de la situación a medida que el empuje alcista se prolonga. Sin embargo, las fuertes condiciones aún podrían no haber visto su final. El comercio mundial ha experimentado un repunte, los precios del petróleo siguen siendo razonables y los líderes empresariales de todo […]
Dirigentes Digital
| 11 ene 2018
Los mercados no dan tregua y cada vez hay un análisis más profundo de la situación a medida que el empuje alcista se prolonga. Sin embargo, las fuertes condiciones aún podrían no haber visto su final. El comercio mundial ha experimentado un repunte, los precios del petróleo siguen siendo razonables y los líderes empresariales de todo el mundo tienen una visión positiva de su entorno. Entonces, según Philippe Waechter, economista jefe de Natixis AM, “el punto de partida para 2018 es sólido”. El crecimiento, junto con el consiguiente empleo, proporcionará “una oportunidad para que todos los ciudadanos recuperen aire en un mundo complejo y difícil”. El experto señala que los responsables de la política económica serán también “responsables de adoptar las reformas adecuadas para establecer el escenario de una recuperación que proporcione una mayor creación de empleo y reduzca la incertidumbre para todos y cada uno de los miembros de la sociedad”. A este respecto, Francia tendría grandes esperanzas en las reformas que se debatirán en 2018: “la reforma de la formación profesional y las competencias laborales se encuentra en el corazón de la hoja de ruta del gobierno francés y las políticas que las autoridades adoptan en esta área proporcionarán la contraparte clave de la ley laboral decreta que el mercado laboral sea más eficiente”. Sin embargo, ahora es cuando los problemas realmente podrían comenzar, precisamente porque “las cosas van bien”, indica Waecther. La economía mundial se está moviendo hacia su período posterior a la crisis con un crecimiento que parece robusto por segundo año consecutivo, y es precisamente esta fortaleza la que permite implementar reformas ambiciosas: “el gobierno francés realmente ha comprendido esto. En este nuevo contexto, también veremos presiones para reducir la influencia de la política monetaria”. Con todo, el crecimiento sigue siendo limitado en los países desarrollados (2% en 2018 según el FMI vs. 2.9% en promedio entre 1980 y 2007), mientras que la inflación en estos mercados es aún muy lenta (1.7% en 2018 según el FMI vs. 2.9% en promedio entre 1980 y 2007), por lo que “existe el peligro de tratar de avanzar demasiado rápido”. Este fuerte crecimiento también va de la mano de un perfil de productividad “mediocre”. Una economía sólida debe implicar “un rebote sostenible en la productividad, y la innovación debe ser la clave de este cambio ascendente en la productividad”. Por el contario, Weatcher apunta que aún no es “el caso y no sabemos cuándo se va a materializar el impacto positivo en la productividad, en dos años, cinco o diez, es imposible de decir”. En este contexto, un cambio abrupto en las condiciones de la política monetaria podría “interrumpir el actual camino sin problemas y, en este sentido, en Estados Unidos la designación de nuevos miembros para el Consejo de la Fed en Washington tendrá un gran impacto”. Mientras tanto, en el otro lado del charco, el BCE no quiere precipitarse a ningún cambio, ya que cree que el perfil de crecimiento tardará mucho más en normalizarse de lo que todos quisieran creer. Desde un punto de vista económico, repasa el conomista de Natixis IM, “el continente ya no volverá a ponerse al día, como lo estuvo en 2016 y 2017”. El impulso de crecimiento será muy diferente y más dependiente del “entorno mundial”. En otras palabras, la política económica en Europa “debe asumir nuevamente su papel, y las economías deberán ajustarse a un nuevo marco, al tiempo que mejorarán la eficiencia“. El otro factor es que el crecimiento de la economía mundial se ha dectantado drásticamente a favor de Asia en este período posterior a la crisis. Los países desarrollados ya no impulsan el crecimiento mundial, por lo que “el proceso de reacción para hacer frente a los shocks será más doloroso que antes, ya que estos países ya no están comandando el crecimiento mundial y el crecimiento medio es más débil”. El panorama político también está cambiando severamente y esta es una fuente de “oportunidades para Europa”. El período posterior a la crisis ha tomado una dimensión menos cooperativa y más dictatorial. Es evidente que Estados Unidos ya no juega el juego de la cooperación política, ni siquiera con sus socios habituales. Su clara inclinación proteccionista del programa de reforma tributaria” promoverá a las compañías estadounidenses en detrimento del resto del mundo, y en particular de los países desarrollados, lo que refleja una postura más beligerante que en el pasado”.