La decisión del gobierno estadounidense llega 7 años después de que la compañía canadiense TransCanada propusiera el proyecto. "No aprobamos la construcción del oleoducto Keystone XL porque no cumple con los intereses nacionales de Estados Unidos", decía Barack Obama, que se ha mostrado de acuerdo con la negativa del Departamento de Estado, al frente del […]
Dirigentes Digital
| 19 nov 2015
La decisión del gobierno estadounidense llega 7 años después de que la compañía canadiense TransCanada propusiera el proyecto.
"No aprobamos la construcción del oleoducto Keystone XL porque no cumple con los intereses nacionales de Estados Unidos", decía Barack Obama, que se ha mostrado de acuerdo con la negativa del Departamento de Estado, al frente del cual se encuentra el secretario de Estado, John Kerry.
El presidente de Estados Unidos cree que el oleoducto "no va a contribuir a reducir los precios de la gasolina en el país, tampoco creará empleos estables en ese país, ni ayudará a reducir la dependencia de fuentes energéticas foráneas".
"Ni este oleoducto sería una gran inyección de dinero para nuestra economía, como algunos prometían, ni sería una vía rápida hacia el desastre climático, como otros proclamaban", decía el mandatario estadounidense.
Para él aprobar este proyecto habría debilitado, además, el liderazgo de Estados Unidos en la tarea de combatir el cambio climático. Obama explicó que le preocupaba que el oleoducto contribuyese al calentamiento global. "Si queremos prevenir los peores efectos del cambio climático antes de que sea demasiado tarde, el momento de actuar es ahora", señaló Obama.
El polémico proyecto
Este proyecto fue propuesto al gobierno de Estados Unidos en 2008 por la empresa canadiense TransCanada. El objetivo era transportar unos 830.000 barriles diarios de crudo sintético y bituminoso diluido desde Canadá a Estados Unidos cruzando el centro del país, pasando por los estados de Nebraska, Oklahoma y hasta las refinerías del Golfo de México en Texas.
La tubería de Keystone XL tenía prevista una extensión de 1.900 kilómetros y habría unido cadenas ya existentes de oleoductos entre ambos países. Su costo ascendía a 53.000 millones de dólares, según TransCanada.
Canadá es una de las grandes potencias energéticas y sus reservas de petróleo son las terceras a nivel mundial, después de las de Arabia Saudí y Venezuela. El problema es que gran parte del crudo canadiense aún no se ha extraído porque se encuentra en arenas bituminosas, también conocidas como arenas de alquitrán, y extraerlo requiere un caro operativo que, según los defensores del medio ambiente, podría ser altamente contaminante.
Precisamente esto llevó a la polémica. Nunca antes un oleoducto había causado tanta controversia en Estados Unidos. Durante 7 años ha habido una batalla dialéctica entre los defensores del proyecto que argumentaban que ayudaría al país a reducir su dependencia petrolera de países que consideran ‘no confiables’, y quienes lo rechazaban argumentando los altos riesgos ambientales.
Ya en 2008 el Departamento de Estado denegó los permisos para construir Keystone XL. El proyecto se vio afectado por las objeciones del estado de Nebraska y las manifestaciones de los grupos ambientales. Por ello la empresa canadiense decidió ajustar la ruta de la tubería y volvió a postular su proyecto ese mismo año.
En abril de 2014, de nuevo el Departamento de Estado retrasó la decisión sobre su aprobación para que se analizaran todas las posibles consecuencias de su construcción. Finalmente el oleoducto entre ambos países no se realizará, al menos bajo el mandato de Barack Obama.
La corporación TransCanada ya ha dicho que no se rinde y ha comunicado que siguen plenamente comprometidos con la construcción del oleoducto transfronterizo. La empresa, que ya ha gastado al menos 2.500 millones de dólares en el proyecto, ha anunciado que revisará todas sus opciones entre las que se incluyen presentar una nueva solicitud para recibir un permiso presidencial que de luz verde a su proyecto. Todo parece indicar que Keystone XL se convertirá en uno de los temas a tratar en la campaña electoral a la presidencia de Estados Unidos de 2016, ya que los republicanos son favorables a su construcción.