Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, ha logrado superar uno de los trámites que la tienen entre la espada y la pared. La comisión parlamentaria que investiga el caso de corrupción en la petrolera estatal Petrobras ha exculpado de toda responsabilidad a la presidenta y a su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva. Luiz Sérgio Nóbrega de […]
Dirigentes Digital
| 20 oct 2015
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, ha logrado superar uno de los trámites que la tienen entre la espada y la pared. La comisión parlamentaria que investiga el caso de corrupción en la petrolera estatal Petrobras ha exculpado de toda responsabilidad a la presidenta y a su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva.
Luiz Sérgio Nóbrega de Oliveira, ponente de la comisión y diputado del Partido de los Trabajadores (PT) señaló que no "hay pruebas" de que ambos estuvieran implicados en la trama.
El escándalo, que ha salpicado a todos los ámbitos de la sociedad brasileña, se había convertido en un problema para Rousseff, que ha visto cómo su popularidad caída en picado en los últimos meses.
La corrupción en la mayor empresa pública de Brasil salpicó de lleno en la campaña presidencial cuando se conoció que varias constructoras socias de Petrobras pagaban un 3% de sus contratos a una red para sobornar a políticos. Además, la polémica se agudizó cuando el ex director de Abastecimiento de Petrobras, Paulo Roberto Costa (que ejerció el cargo desde 2004 hasta 2012) reconocía una red de corrupción que cobraba comisiones sobre contratos de la compañía.
Costa, que fue arrestado en 2013 y actualmente se encuentra en prisión mientras es investigado por esta trama, señaló a varios miembros del Partido de los Trabajadores. El último capítulo se dio a mediados de enero cuando el ex director del área internacional, Nestor Cerveró, fue arrestado en Río de Janeiro por su presunta implicación en la operación Lava Jato.
Cerveró dirigió el área internacional de Petrobras entre en 2003 y 2008 y se le considera uno de los responsables de la polémica compra en 2006 de una refinería en Pasadena, Estados Unidos. Esta operación generó un agujero económico de 792 millones de dólares a la petrolera brasileña por lo que siempre ha estado en entredicho.
Aunque Petrobras la compró por 360 millones de dólares, Astra se había hecho con ella por poco más de 42 millones sólo un año antes. La presidenta brasileña Dilma Rousseff, que en esa época era presidenta del Consejo de Administración de la compañía, también se vio envuelta en la polémica.