El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha elegido Portugal para retomar su agenda, mientras en el partido vuelan los cuchillos entre la ejecutiva y los dirigentes regionales. Los barones le han marcado el paso a Sánchez para que no intente formar un Gobierno de izquierda. La visita al dirigente socialista luso tiene un fuerte mensaje simbólica. Costas formó un Ejecutivo de izquierda tras un primer intento de la derecha, un paralelismo que se pueda dar en España. El primer ministro portugués, Antonio Costa, perdió las elecciones al igual que Sánchez, pero consiguió ser apoyado por los otros dos partidos de izquierda, los comunistas y la nueva izquierda emergente.
Sánchez siguió muy de cerca la situación política en el país vecino, donde de las elecciones del pasado octubre surgió en primer momento un gobierno de centro derecha que decayó a los pocos días al no contar con mayoría absoluta. Después, el líder del Partido Socialista portugués recibió el encargo del presidente, Anibal Cavaco Silva, y logró liderar el Ejecutivo, con el apoyo de los comunistas y el Bloque Izquierda.
En rueda de prensa, el líder socialista ha defendido que están de acuerdo con la hoja de ruta del Gobierno de Antonio Costa, y que apuesta por un Gobierno en España que busque una economía "justa" y que "no desmantele el estado del bienestar" como, ha dicho, ha hecho Mariano Rajoy. Sánchez ha opinado que el Gobierno de Costa es "la mejor prueba" de que "cuando las fuerzas del cambio se unen, se multiplican los beneficios para la mayoría de los ciudadanos".
Por ello, el dirigente socialista ha dicho que, aunque Mariano Rajoy tiene que intentar formar Gobierno, ellos van a votar "no", y que si finalmente no consigue formar el Gobierno, el Partido Socialista dirá "sí" a una gran coalición de izquierdas, "de fuerzas progresistas", por lo que ha reiterado su no a la llamada "gran coalición PP-PSOE".
No obstante, al contrario que en Portugal, Sánchez no sólo necesita el apoyo de Podemos e IU para ser elegido, sino que es imprescindible que partidos nacionalistas o independentistas le apoyen o se abstengan en una hipotética investidura.