Las ciudades inteligentes han dejado de ser un sueño. El desarrollo urbano y medioambiental de los entornos locales a través de las tecnologías de la información ya forma parte del día a día de las grandes ciudades. El uso de redes inalámbricas y almacenamiento en la nube permite que administraciones y empresas sistematicen cada vez […]
Dirigentes Digital
| 30 mar 2018
Las ciudades inteligentes han dejado de ser un sueño. El desarrollo urbano y medioambiental de los entornos locales a través de las tecnologías de la información ya forma parte del día a día de las grandes ciudades. El uso de redes inalámbricas y almacenamiento en la nube permite que administraciones y empresas sistematicen cada vez un mayor número de procesos. Como muestra, un botón: si una farola es capaz de determinar automáticamente la necesidad de su funcionamiento en base al nivel de luz, producirá un ahorro económico y energético cada día… para siempre. En un mundo cada vez más global, el 54% de la población mundial vive ya en ciudades, y se espera que esta proporción supere el 65% en 2050. Se antoja por tanto necesario optimizar recursos, y buscar soluciones sostenibles, para conseguir unos niveles de solvencia que repercutan en la calidad de vida de sus residentes sin gravar en exceso sus recursos. Gracias a las soluciones del internet de las cosas, cada vez más innovadoras y cotidianas, los gobiernos locales pueden aprovechar las tecnologías móviles para conectar y mejorar la infraestructura, la eficiencia, la comodidad y la calidad de vida de residentes y turistas. La aplicación del internet de las cosas El internet de las cosas es un concepto que se fundamenta en la interconexión de objetos cotidianos a través de la red. Aplicado a las ciudades, es una de las bases fundamentales para el desarrollo social y tecnológico a través del análisis y la administración de datos en tiempo real con el fin de ayudar a municipios, empresas y ciudadanos a tomar decisiones instantáneas que puedan automatizar determinados procesos. Las aplicaciones del internet de las cosas, a través del alojamiento en la nube permiten a las personas interactuar con los ecosistemas de las ciudades inteligentes utilizando teléfonos inteligentes y dispositivos móviles. Y también mediante aplicaciones de sus propios coches y hogares, siempre que estén conectados. Infraestructuras interactivas El emparejamiento de estos dispositivos con redes de datos, infraestructuras físicas y los servicios de una ciudad inteligente puede reducir los costos y ayudar a la sostenibilidad. Las comunidades pueden mejorar en la distribución de energía, la racionalización de la recolección de basura, la disminución de la congestión del tráfico e incluso mejorar la calidad del aire. Y algo más, a medida que estas aplicaciones mejoren se espera que puedan ser empleadas en un mayor número de elementos. Aquí, es difícil vislumbrar el final del camino porque la mayoría de los campos serán mejorables de forma casi indefinida. Por ejemplo, en un entorno digitalizado los semáforos pueden recibir datos de sensores y automóviles que ajustan la cadencia de luz y el tiempo para responder al tráfico en tiempo real, reduciendo así la congestión de la ruta. Los automóviles conectados pueden comunicarse con los aparcamientos y dirigir a los conductores al lugar disponible más cercano. Los cubos de basura inteligentes envían automáticamente los datos a las empresas de gestión de residuos y programan la recogida según sea necesario en lugar de un calendario planificado previamente. El teléfono inteligente de los ciudadanos se convierte en su licencia de conducir móvil y tarjeta de identificación, lo que agiliza y simplifica los servicios gubernamentales. En conjunto, estas tecnologías posibles en las ciudades inteligentes permitirán optimizar al tiempo las infraestructuras, la movilidad, los servicios públicos y las utilidades. Puedes leer el reportaje completo en el número de marzo de la revista Dirigentes en este enlace