Tan sólo una semana después de que Banco Santander adquiriera la totalidad del Popular por un precio simbólico de un euro la acción, las reacciones del mercado siguen llegando con cuentagotas, y las últimas corresponden a las agencias de calificación. S&P ha rebajado este lunes las pespectivas de la entidad de ‘positivas’ a ‘estables’, alegando […]
Dirigentes Digital
| 12 jun 2017
Tan sólo una semana después de que Banco Santander adquiriera la totalidad del Popular por un precio simbólico de un euro la acción, las reacciones del mercado siguen llegando con cuentagotas, y las últimas corresponden a las agencias de calificación. S&P ha rebajado este lunes las pespectivas de la entidad de ‘positivas’ a ‘estables’, alegando como principal argumento que la operación puede retrasar la mejora crediticia del mayor banco español. Por su parte, Moody’s no ha modificado su valoración sobre el banco y ha señalado que la rápida intervención del Popular “fortalece la credibilidad del régimen de resolución bancario de la UE”. Sin embargo, la modificación del pronóstico de S&P (A-) no es negativa para el Santander, como la propia agencia aclara en un comunicado. Según el informe, la absorción de las perdidas es manejable, más si cabe en un entorno económico y financiero optimista para España, y mejorará la posición empresarial de la entidad con la entrada en el negocio de las pymes (Banco Popular cuenta con una cuota de mercado del 25% en este nicho). Además, la ampliación de capital por valor de 7.000 millones minimizará los riesgos y el impacto sobre el capital ajustado del banco. La compra se produjo el pasado miércoles tras la reunión mantenida entre la cúpula de Banco Popular y diferentes autoridades del BCE y de la Comisión Europea. En el encuentro, Bruselas señaló que el banco de Saracho tenía graves problemas de liquidez y que era una entidad “fallida o posiblemente fallida”. A esto se suma la intensa espiral bajista que vivió el banco durante sus últimas cinco sesiones en bolsa, en las que perdió más del 50% de su valor y terminó con una capitalización cercana a los 1.300 millones. Tras el ‘ultimatum’ de la Junta Única de Resolución (JUR), con dos opciones sobre la mesa: intervención o absorción, el Santander respondió al órdago con una oferta de un euro por acción y una ampliación de capital de 7.000 millones. La entidad de Ana Botín ya ha hecho públicos sus planes sobre el futuro del Popular: el negocio se integra pero la junta directiva no. La intención del Santander es hacer borrón y cuenta nueva en el historial del hasta hace unos días banco de Emilio Saracho, aunque para ello tendrán que hacer una limpieza a fondo de la abultada cartera de activos tóxicos relativos al ladrillo, misión que esperan finalizar en los próximos 18 meses. Una auditoría independeinte encargada por el BCE antes de la operación cifraba las pérdidas potenciales del Popular en un escenario adversor en torno a los 1.800 millones. Sin embargo, el Santander ya tiene provisto el colchón de liquidez necesario, con 7.900 millones de euros para realizar provisiones adicionales, de los cuales 7.200 millones se destinarán a activos inmobiliarios.