En São Paulo, una metrópolis brasileña de más de 20 millones de habitantes y 6 millones de coches, se puede volar en helicópteros por menos de €100 para traslados que cuestan a partir de €450 en taxis aéreos convencionales.
Tal es el servicio que ofrece Voom, por ejemplo, una empresa patrocinada por Airbus que, asociada con la española Cabify, actúa en el mercado local desde abril como “la plataforma de reserva de helicópteros bajo demanda con precios más accesibles”.
El servicio puede reservarse -con siete días de anticipación o para la hora siguiente- desde la misma pantalla de la aplicación de los coches. Los helicópteros pertenecen a compañías locales (Helimarte, Air Jet y UniAir).
DIRIGENTES voló 18 kilómetros en un Robinson 44 para tres pasajeros. El vuelo duró 8 minutos y la tarifa fue de € 20,4 (precio promocional). En tierra, el mismo trayecto demandaría unos 80 minutos y cuesta, en UberBLACK, € 17,5.
Si bien el servicio fue correcto y el beneficio evidente, la compañía no contaba en ese momento con personal para brindar informaciones de seguridad a pasajeros. En las tres semanas siguientes, fue errática al sugerir fuentes para entrevistas periodísticas con este medio.
TARIFAS BAJAS
La reducción de tarifas es posible gracias al modelo de economía colaborativa que usan fintechs como Uber, Airbnb, Transferwise o Blablacar. Voom no posee flota, sino que conecta a operadoras de helicópteros con usuarios.
El precio bajo también refleja la intención de ganar mercado en un momento en que hay diversos ensayos en el sector. De hecho, los proveedores de naves de Voom ya se habían aliado con Uber en 2016 para UberCOPTER, un servicio con helicópteros de Airbus.
Uber no vio futuro en el negocio y decidió apostar en el desarrollo de VTOL, una suerte de dron de gran tamaño, capaz de aterrizar y despegar verticalmente, con el que estima transportar pasajeros hacia 2020.
NUEVOS AIRES
Estas startups llegan como fuerzas disruptivas a un mercado donde existen compañías largamente establecidas. En Brasil, algunas impactadas son Flapper (que une Rio y São Paulo desde las Olimpíadas 2016 con jets privados) y AeroBid (que cobra € 1400 para la misma ruta que Voom cubre por € 100).
En Chile existe un servicio similar desde 2016, utilizado principalmente “para ir a destinos turísticos de nieve o de playas, como Viña del Mar o Maitencillo”, dijo Ignacio Gutiérrez, vocero de la española Cabify en ese país, en una entrevista a la red CNN.
En México, CabiFLY Shuttle une el aeropuerto de CDMX y el barrio Polanco en 10 minutos por € 80 (la hora de helicóptero allí cuesta € 1850). “Manejamos márgenes muy pequeños para llegar al mayor segmento posible de mercado”, dijo el director local de la compañía, Ricardo Weder, al presentar la plataforma en 2016.
Pero también tienen interés en el sector grandes compañías, como Google y Tesla, aunque en su caso es mediante el desarrollo de “coches voladores” en la línea de los VTOL Uber.
Airbus, que participa de estas experiencias a través de A³, su brazo de startups, abrió oficinas en Colombia en mayo. Desde allí controlará su operación en 30 países de América Latina, región donde estima que el tráfico aéreo crecerá al 4,8% anual hasta 2036.
Globalmente, la gigante aeronáutica estudia, junto con el fondo de inversión HAX en Shenzhen (China), cómo
acelerar la innovación en movilidad aérea urbana.
“Una dimensión vertical mejorará el transporte en las congestionadas megaciudades”, concluye Mathias Thomsen, director general de Urban Air Mobility de Airbus, mientras la ficción abandona una vez más el cine para quedar al alcance de un toque en la pantalla del móvil de todos los días.