A la compañía nipona no le paran de crecer los enanos. Después de que el año pasado saltara a la luz el escándalo contable por los datos inflados de las ganancias de Toshiba en el ejercicio de 2009, la empresa tuvo que poner en marcha un plan de reestructuración a gran escala en su negocio. […]
Dirigentes Digital
| 04 feb 2016
A la compañía nipona no le paran de crecer los enanos. Después de que el año pasado saltara a la luz el escándalo contable por los datos inflados de las ganancias de Toshiba en el ejercicio de 2009, la empresa tuvo que poner en marcha un plan de reestructuración a gran escala en su negocio.
Desde entonces está en periodo de recuperación por el duro golpe, lo que le ha llevado a anunciar la decisión de llevar a cabo varios despidos. Primero anunció una reducción de plantilla de unos 3.000 empleados, pero en diciembre hizo pública la decisión de despedir a 7.000 personas más.
Toshiba no busca nada más que mejorar unos resultados que ya vaticinó malos, aunque no tanto como finalmente han sido. La empresa japonesa quiere deshacerse de áreas con poca rentabilidad, además de vender una importante parte de su negocio de chips para poder centrarse plenamente el segmento de memoria flash y la energía nuclear como mercados estratégicos, las dos vertientes que ven más rentables desde la compañía.
La empresa registró una menor facturación en energía e infraestructuras, dispositivos y componentes electrónicos y en su rama de "estilo de vida", en la que aglutina la fabricación de televisores, ordenadores personales y otros dispositivos para el hogar.
En cambio, contrasta con los malos resultados que la empresa logró incrementar las ventas tanto en su área de productos como en la de servicios sanitarios.
Sin embargo, a raíz de estos resultados, Toshiba decidió revisar a la baja su previsión para este ejercicio que concluye a finales de marzo.
Según estas nuevas previsiones, Toshiba prevé incurrir en un déficit neto de 5.430 millones de euros, lo que sitúa las estimaciones muy por encima de las que realizó con anterioridad, las cuales auguraban un saldo negativo de 4.206 millones de euros.
Los casos de manipulación de sus cuentas le han granjeado una gran multa millonaria por parte de las autoridades japonesas y el descontento de varios de sus accionistas que han terminado incurriendo en procesos judiciales contra los antiguos directivos.