Como Ícaro, Abengoa voló tan cerca del sol que terminó derritiéndose sus alas. La compañía toda una referencia mundial en proyectos de energía renovables ha tenido en la deuda su sol particular. A partir de la energía solar, la compañía empezó a volar, tan alto como para que Obama la calificase con un ejemplo de […]
Dirigentes Digital
| 27 nov 2015
Como Ícaro, Abengoa voló tan cerca del sol que terminó derritiéndose sus alas. La compañía toda una referencia mundial en proyectos de energía renovables ha tenido en la deuda su sol particular. A partir de la energía solar, la compañía empezó a volar, tan alto como para que Obama la calificase con un ejemplo de empresa modelo en tecnología y en energía verdes. La empresa de Felipe Benjume iba a construir la mayor planta solar del mundo en Arizona.
La compañía andaluza era, y es, una referencia mundial en soluciones empresariales en desarrollo sostenible, en innovación y en tecnología. Con multitud de negocios que pivotan alrededor de las energías renovables se había convertido en la ingeniería puntera del sector con proyectos por todo el mundo. Tiene presencia en 80 países con 12 plantas de energía solar, 16 de bioenergía y ocho desanilizadoras.
Pero detrás de los espectaculares proyectos como el de Arizona, el principal negocio de la compañía depende en exceso del sector público, de concesiones y de mercados. Por suerte, para la empresa esquivó los recortes a las renovables parcialmente en España gracias a su internacionalización, pero no ha podido evitar un exceso de endeudamiento en proyecto que requieren grandes inversiones con rendimiento a medio plazo.
La compañía está al borde de la quiebra si no encuentra un salvador, dispuesto a inyectar dinero y tener paciencia para que los proyectos de Abengoa comiencen a dar rendimiento. Ni si quiera las grandes relaciones que mantiene con el poder político ha evitado que la empresa se coloque al borde del abismo. Por sus consejos, han pasado ex asesores de Obama, políticos españoles y miembros de la familia real.
Cuatro meses para negociar
Con la espantada de Gonvarri, filial de Gestamp, Abengoa ha decidido solicitar "con la mayor brevedad posible" el preconcurso de acreedores, un paso previo antes de declararse en lo que antes se conocía como suspensión de pagos. De esta manera gana cuatro meses, según establece la Ley Concursal para negociar la financiación con la banca acreedora o buscar otros socios dispuestos a inyectar capital a la compañía para evitar que el proceso se judicialice con administradores concursales.
A corto plazo está decisión supondrá un castigo en bolsa inicialmente y cierra la puerta a llevar a buen puerto la ampliación de capital de 650 millones, que tiene pendiente Abengoa y que es clave para su supervivencia. Pero a medio plazo, garantiza que sus acreedores puedan obligar a la empresa que entre en concurso y que la compañía pueda seguir trabajando para encontrar financiación que garantice su viabilidad.
Para Abengoa y su posible socio es una forma de forzar las negociaciones. Gonvarri había condicionado su entrada en la compañía a que la empresa obtuviera una refinanciación entre 1.000 y 1.500 millones de sus líneas de crédito. Algo a lo que se negó parte de la banca acreedora. La propia Gonvarri que en caso de producirse un cambio en la negativa de la banca a aceptar sus condiciones, podría dar marcha atrás.
Ahora Abengoa tiene cuatro meses para convencer a la banca sobre el plan de Gonvarri o buscar una alternativa. Cuando se llega a esta situación aparecen fondos de altos de riesgo que están dispuesto a inyectar capital a una compañía con una delicada situación financiera.
Si en cuatro meses no hay acuerdo entre las partes, Abengoa estaría obligada a solicitar el concurso de acreedores ante el juzgado mercantil, con lo que supondría el mayor de la historia de España con un pasivo de 20.000 millones. Las más grandes hasta la fecha han sido la de Martín Fadesa con 5.200 millones de deuda y Pescanova con 4.200 millones.
Problema para la banca
El concurso de acreedores es una situación que la banca tiende a evitar porque le obligaría a asumir pérdidas por su exposición en la compañía, ya que la empresa continuaría operando con normalidad pero quedarían aplazados los vencimientos de deuda. Cuando se decreta el concurso de acreedores, están obligadas a provisionar al menos un 25% del crédito concedido. La principal entidad afectada sería Santander con una exposición superior de 1.500 millones. Pero el concurso afectaría a la mayor parte del sistema financiero español cuya exposición supera los 4.000 millones.
Hace unas semanas el auditor de Abengoa, Deloitte, expresaba dudas significativas "sobre la capacidad de la sociedad para continuar como empresa en funcionamiento" y enumera factores de riesgo sobre la compañía como que alientan los resultados negativos de las operaciones hasta el 30 de septiembre, la evolución negativa del valor en Bolsa, y problemas para acceder tanto a los mercados de deuda como a las renovaciones de algunas líneas de circulante. A la vez subrayaba que la compañía puede mantener su viabilidad gracias al acuerdo con Gonvarri y a su última ampliación de capital.