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Un programa electoral ‘único’

España ya ha arrancado su nueva campaña electoral, tras la falta de acuerdo para formar gobierno en las pasadas elecciones. En Estados Unidos, las primarias presidenciales prácticamente harán que veamos a Hillary Clinton y Donald Trump enfrentarse por el poder en las elecciones de noviembre. Mientras, Europa se divide cada vez más entre extremos de […]

Dirigentes Digital

13 jun 2016

España ya ha arrancado su nueva campaña electoral, tras la falta de acuerdo para formar gobierno en las pasadas elecciones. En Estados Unidos, las primarias presidenciales prácticamente harán que veamos a Hillary Clinton y Donald Trump enfrentarse por el poder en las elecciones de noviembre. Mientras, Europa se divide cada vez más entre extremos de derecha e izquierda. Si fuera presidente, ¿qué haría? Nunca daría marcha atrás ante los desafíos y, tras muchos años de afinar bien el que sería “mi programa”, estos serían los cuatro puntos clave del programa político del presidente Jakobsen. 1. No haré absolutamente nada durante toda mi presidencia. 2. Haré una ley que por cada nueva ley que el Parlamento introduzca, dos deben retirarse. 3. Crearé un objetivo de crecimiento cero para el sector público para los próximos 10 años, como mínimo. 4. La inversión en la investigación básica y fuerzas armadas aumentará como porcentaje del PIB. ¡Eso es todo! ¿Sabéis por qué? No hacer nada Hay pruebas de que un programa en el que los políticos no hacen nada es la mejor medicina para cualquier economía. En Grecia y Francia, el sistema político se interpone entre los negocios y los empleos. Sin embargo, en Bélgica, que estuvo sin gobierno durante dos años, todos los indicadores macroeconómicos mejoraron durante ese período. Una economía está conducida por su estructura microeconómica. Hablamos de las pequeñas empresas, los maestros ambiciosos y las personas de negocios que intentan crear mejores productos, ideas y sistemas. Una economía que no está creciendo es simplemente un sistema económico donde hay demasiado macro y muy poco micro. Demasiado gobierno, demasiados bancos centrales y economistas frente a muy pocos estudiantes, empresas pequeñas y medianas, incentivos e investigación básica. Durante el pasado fin de semana, la portada de The Economist decía “Libertad de expresión atacada”. A eso, me atrevería a añadir rápidamente “así como el libre comercio, los mercados libres y el libre pensamiento”. Si analizamos la historia mundial, encontramos que los sistemas económicos más fuertes fueron los que los poderes opositores se limitaron unos a otros. La incapacidad de forzar ideas macroeconómicas en la economía históricamente ha coincidido con el mayor crecimiento. Hacer nada durante todo mi mandato permitirá a la sociedad avanzar y alertarse con el espectáculo de políticos con ganas de aparecer en los medios constantemente buscando llamar la atención por las razones incorrectas; los políticos escuchándose unos a otros en lugar de establecer dónde el país debería estar en 10, 20 o 30 años. Una ley por dos El mayor problema de cualquier país es lidiar con el papeleo y la burocracia del gobierno. Para tener un sistema legal que funcione, caracterizado por la transparencia, derechos igualitarios y justicia, el sistema judicial debe simplificarse. Los derechos fundamentales deben garantizarse, pero un sistema legal que funciona debería reducir la complejidad general, no aumentarla. La Constitución de Estados Unidos continúa siendo uno de los documentos más increíbles que se han escrito; creó un punto de referencia que los demás países siguieron. Que conste que tiene un total de 4.543 palabras, ¡menos que muchos de mis artículos! Continúa siendo la más antigua y más corta de un gobierno importante a nivel mundial. Finalmente, en la política pública, la norma debe ser que todas las disposiciones o cláusulas incluidas en las normas y leyes necesitan una “vigencia limitada”. Esto es, a menos que se tomen medidas legislativas, la ley tendrá una fecha de vencimiento. Para mis lectores interesados en la historia, este principio se remonta a la república romana, donde la capacidad del Senado de recolectar impuestos especiales y utilizar las tropas estaba limitada en el tiempo y alcance. Crecimiento cero para el sector público No creo en las intervenciones que toquen demasiado la naturaleza y configuración de una sociedad, pero para mí es absolutamente evidente que la democracia y el crecimiento se ven atacados cuando más del 50% de la población se beneficia de transferencias de capital por parte del Estado. Esta circunstancia hace perfectamente lógico que este grupo no quiera cambios, incluso si dicha situación representa un pérdida neta total para todos, incluso para los mismos receptores de las transferencias. La falta de movimiento político que hemos visto en el curso de esta crisis financiera ha sido minúsculo en relación a la pérdida de riqueza. La democracia está en su punto más débil cuando la sociedad se detiene, y los votos constantes para que no haya cambios se convierten en la norma. Para reducir este problema, el sector público y todas sus transferencias de capital asociadas deben caer por debajo del 40% como mínimo. Sugiero indexar los niveles de gasto nominal de este año como “Índice 100”. De aquí en adelante, todo ahorro permanecerá en el sistema, haciéndolo más productivo. Las fuerzas opositoras del sector demográfico (costes más elevados) y la digitalización (costes significativamente más bajos y una mejor capacidad para evaluar justamente los ingresos y los gastos) proporcionarán una vez más un mejor producto. Investigación básica y fuerzas armadas Ambos deben crecer como un porcentaje del PIB. La investigación básica porque hoy tenemos la productividad más baja en relación al PIB en la historia, y sabemos por los estudios que la productividad y la investigación básica están estrechamente relacionadas. Cuanto mayor investigación básica y mayor promedio educativo de la población, mayor será el nivel de innovación, productividad y empleo (que, una vez más, baja los costes sociales). Los países más ricos del mundo tienen una cosa en común: niveles educativos mejores que la media. Suecia, Noruega, Dinamarca, Países Bajos, Singapur, Alemania, Australia, Canadá… son todos países que obtienen buenos rendimientos cuando se mide la educación, y su riqueza no es casualidad. ¿Y las fuerzas armadas? Esto puede sorprender, pero necesitamos buenas fuerzas armadas por lo siguiente: la más importante es que tener buenas fuerzas armadas hace que sea más probable que nunca tengamos que usarlas. No hay nada que desaliente más los conflictos que la posible fuerza de la oposición. Los gastos militares también implican altos niveles de tecnología e innovación. Finalmente, hay una razón más productiva: las fuerzas armadas continúan siendo los mejores centros de entrenamiento para los jóvenes, y les enseña que la disciplina y el trabajo en equipo son invalorables para la fortaleza tanto de los militares como de la identidad del país. Finalmente, quisiera destacar que nunca me postularía en ningún momento ni en ningún lugar, pero en un mundo donde el consenso de la población manda en las elecciones, referéndums y, ciertamente, entre los posibles ganadores de todas las elecciones a cargos públicos en los próximos dos años, creo que es importante ver cómo una sociedad realmente evoluciona con el tiempo… Es nuestra misión ser mejores, aprender más y tener mayores objetivos para que lo que impulsa el crecimiento siga avanzando. Creo que todo se trata de la simplicidad, o para utilizar una palabra más contemporánea, la “transparencia”. Como seres humanos no estamos capacitados para recordar más de tres cosas y, por lo tanto, necesitamos marcos: el incentivo y la dirección; la visión y la productividad; la educación y la investigación básica. Sin esto, tenemos la alternativa de hoy en día: sin mercados libres, sin creencia en la división del trabajo, sin movilidad social, la productividad más baja en la historia mundial, el mayor grado de desigualdad jamás vista, las intervenciones más grandes de los gobiernos y bancos centrales de todos los tiempos… ¡Podría seguir! Mi enumeración no solo no está completa, sino que también es ingenua en un mundo que continúa buscando soluciones macro. No obstante, déjenme terminar citando a Leonardo da Vinci: “La simplicidad es la máxima sofisticación”. Steen Jakobsen, economista jefe de Saxo Bank. 

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