Farsantes, manipuladoras, incapaces de prever los riesgos. Son solo algunas de las lindezas que las tres grandes agencias de rating han recibido en los últimos años por su papel protagonista en las causas y el desarrollo de la crisis financiera global. Su declive, iniciado tras la quiebra de Lehman Brothers, ha dejado paso a una […]
Dirigentes Digital
| 14 nov 2014
Farsantes, manipuladoras, incapaces de prever los riesgos. Son solo algunas de las lindezas que las tres grandes agencias de rating han recibido en los últimos años por su papel protagonista en las causas y el desarrollo de la crisis financiera global. Su declive, iniciado tras la quiebra de Lehman Brothers, ha dejado paso a una imagen dañada y a una pérdida de influencia más que evidente a juzgar por las tímidas reacciones del mercado en sus últimas apariciones.
Lo curioso es que a pesar de esta pérdida de poder, el mercado sigue apostando por estas compañías. Es el caso de Moody’s, que esta semana ha conseguido un nuevo hito en su aventura bursátil, al superar la barrera de los 100 dólares por acción por primera vez en su historia. De hecho, la compañía ha multiplicado por cinco su cotización en este periodo de crisis. De los analistas que siguen el valor, nadie recomienda deshacerse de él. Al contrario, todas las recomendaciones van en la dirección de "comprar" o "mantener".
Los expertos consultados por la agencia financiera achacan esta fuerte subida al aumento de los ingresos de la compañía gracias a unos menores costes de endeudamiento que han estimulado la emisión de deuda en todo el mundo. Una deuda que ellos deben calificar.
Sin embargo, algunas voces apuntan al riesgo de invertir en unas compañías cuyas marcas están más que pisoteadas por la crisis y que, además, se enfrentan a duros tiempos ante la justicia estadounidense. Ya en febrero de 2013 saltaron las alarmas cuando EE UU presentó una demanda civil contra la agencia Standard & Poor’s y su matriz McGraw-Hill, en la que acusaba a la firma de causar pérdidas millonarias con productos financieros como los valores respaldados por hipotecas (RMBS), o la deuda colateral.
Pero las amenazas no terminan de calar. La CNMV estadounidense (SE, por sus siglas en inglés), lanzó el pasado mes de agosto una nueva regulación para que las agencias de rating pongan a disposición del mercado más información sobre sus métodos de trabajo. Sin embargo, nada se mencionó sobre los conflictos de interés que se producen en un modelo de negocio donde las entidades pagan por obtener sus propios ratings.
El propio Warren Buffett, uno de los accionistas de referencia de Moody’s a través de Berkshire Hathaway, ya daba las pistas del por qué mantener su inversión en la compañía durante la Comisión de Investigación sobre la crisis que se desarrolló a mediados de 2010: "se trata de un duopolio natural", aseguraba el magnate en referencia a la escasa competencia que S&P y Moody’s (y Fitch) tienen en el mercado global. Tal vez ahí radique el éxito de su cotización.