En 1998 abandonaban Villalibado los últimos habitantes que quedaban en el pueblo. Años después, Juan Ansótegui, profesional del arte amante de la arquitectura, entró en contacto con Villalibado (localidad perteneciente al municipio burgalés de Villadiego) y encontró un pueblo fantasma con edificaciones semiderruídas, calzadas sin asfaltar, un torreón medieval que aún mantenía su techumbre y […]
Dirigentes Digital
| 21 oct 2015
En 1998 abandonaban Villalibado los últimos habitantes que quedaban en el pueblo. Años después, Juan Ansótegui, profesional del arte amante de la arquitectura, entró en contacto con Villalibado (localidad perteneciente al municipio burgalés de Villadiego) y encontró un pueblo fantasma con edificaciones semiderruídas, calzadas sin asfaltar, un torreón medieval que aún mantenía su techumbre y una iglesia de ábside románico perfectamente conservada gracias a los vecinos.
La pasión de Ansótegui por la piedra le llevó a iniciar junto a su familia un proyecto de compra y rehabilitación de espacios de la villa que duró nueve años. El resultado: la experiencia de alojarse en un pueblo convertido en el complejo de turismo rural Las de Villadiego.
La provincia de Burgos aloja en su comarca de Odra-Pisuerga uno de los proyectos turísticos más emocionantes del territorio. Recuperar todo un pueblo para permitir que los viajeros disfruten de él como alojamiento turístico es una iniciativa que en 2006 tomó Juan Ansótegui, madrileño de nacimiento, Licenciado en Bellas Artes y artista de profesión, vinculado directamente a la piedra como material de trabajo.
Camino a Santander tras un viaje de trabajo, tomó un desvío y se encontró con Villalibado. En aquel año, el aspecto del pueblo era impresionante para un apasionado de la arquitectura: casas olvidadas con muros caídos, calles sin asfaltar y apenas transitables debido a la maleza y a los escombros que yacían por el terreno, un torreón medieval que conseguía a duras penas mantener su techumbre y una iglesia, la de El Salvador, que muestra un ábside románico, estilo artístico que también se detecta en su fachada norte y el hastial occidental.
Era un pueblo abandonado desde 1998. En ese momento nació el reto: recuperar un pueblo, sin ningún fin concreto por aquel entonces. Ansótegui adquirió en primer lugar y tras esta primera visita el torreón, conocido popularmente como El Torrejón. Le siguieron, ya junto a sus tres hermanos y sus familias, seis meses de dura investigación para localizar a cada uno de los propietarios del resto de casas y tierras, con el fin de comprarlas.
La restauración comenzó en la Semana Santa de 2007. Piedra, madera, vidrio y acero corten, un tipo de metal que se oxida, evitando la corrosión y combinando a la perfección con los colores del resto de elementos, fueron los materiales utilizados para otorgarle la nueva vida a Villalibado.
El proyecto se desarrolló en dos fases. La primera se inauguró en 2013, ofreciendo a los viajeros siete casas rurales de entre cuatro y cinco plazas, y El Torrejón, que se alquila como un edificio más y que está diseñado como espacios comunes, al contar con cocina, comedor para una treintena de personas, aseo y espacios de reunión para grupos con TV, sofás, billar americano y dardos.
A esta fase le siguió una segunda, inaugurada en el pasado mes de junio. Se trata de una casa solariega del siglo XVII, cuyo jardín vallado y privado encierra dos edificios destinados como casas rurales, un porche de 50 metros cuadrados con barbacoa y mobiliario de terraza, salas de reuniones y pista de pádel.
Este pueblo, convertido ahora en el complejo de turismo rural Las de Villadiego (nombre del municipio al que pertenece Villalibado), encierra otros atractivos para el viajero como es la piscina ubicada frente a la Iglesia de El Salvador, un cenador y zonas comunes de barbacoas, así como amplias áreas ajardinadas resultado de la colaboración público privada entre el artista y la Junta Vecinal, que se ha implicado desde el primer momento en la recuperación del pueblo y el proyecto.
Otra de sus bondades es la proximidad de los recursos turísticos propios de la provincia de Burgos, como es la propia capital (a 30 minutos), el paraje de Peña Amaya (a 23 kilómetros), Alar del Rey y el Canal de Castilla (a 30 kilómetros) o Sedano y los Cañones del Ebro (a 40 kilómetros), entre otros.
En total, Las de Villadiego tiene capacidad para alojar un total de 50 personas. Las casas se pueden alquilar por separado o reservar el pueblo entero. Ambas posibilidades permiten a los viajeros disfrutar de la experiencia de vivir una villa en su totalidad que, además, a principios de 2016 inaugurará un nuevo edificio: un hotel rural que, además, ofrecerá servicio de restaurante a los ‘habitantes’ del complejo y permitirá dar el servicio de comidas para bodas y celebraciones multitudinarias.
De este modo, la provincia de Burgos suma un interesante agente del sector turístico intrínsecamente relacionado con la recuperación del territorio, el desarrollo rural y el impulso a la calidad de destino mediante experiencias de alto valor añadido.