Desplome de las bolsas mundiales, desconfianza en el crecimiento estadounidense, pánico inversor, estancamiento económico, crisis de confianza en las empresas… ¿Les suena? El pasado enero fue el peor mes para los mercados desde el año 2009, inundados por una ‘deuda basura’ similar a la que hubo en 2007. Si entonces el origen fue el mercado […]
Dirigentes Digital
| 22 ene 2016
Desplome de las bolsas mundiales, desconfianza en el crecimiento estadounidense, pánico inversor, estancamiento económico, crisis de confianza en las empresas… ¿Les suena?
El pasado enero fue el peor mes para los mercados desde el año 2009, inundados por una ‘deuda basura’ similar a la que hubo en 2007. Si entonces el origen fue el mercado inmobiliario, ahora es el petróleo y el desplome de su precio lo que ha provocado este tsunami en los mercados de deuda que algunos analistas ya consideran como una ‘profecía autocumplida’.
Aunque el presidente del Banco Central Europe (BCE), Mario Draghi, ha intentado devolver la calma a los mercados con la vuelta a su famosa frase: "Haremos lo que sea necesario", y comprometiéndose a implementar más medidas de estímulo en marzo si la situación así lo requiere, todo apunta a que el respiro de las bolsas va a durar poco.
Las excesivas inyecciones de liquidez de los bancos centrales en los mercados durante el pasado año no han servido para nada. Pero nadie parece darse cuenta, a juzgar por la reciente decisión del Banco Popular de China, que ha realizado su mayor intervención en cuatro años en el sistema financiero del país al inyectar en efectivo 315.000 millones de yuanes (47.900 millones de dólares).
Y es que, si hace una década los analistas se quejaban de una insuficiente regulación del mercado, ahora el problema parece estar en la excesiva regulación, en muchos casos, a conveniencia de cada país, como lo ocurrido en China, que no ha hecho más que echar más leña al fuego a un mercado excesivamente ‘quemado’.
Además, al igual que ocurrió con el desastre de 2007, gran culpa del desajuste mundial la tiene la corrupción desencadenada a todos los niveles, tanto empresariales como institucionales, en los que la soberbia engreída y el enriquecimiento personal han primado sobre los valores éticos y objetivos a la hora de regular los mercados y la gestión de las compañías.
Einstein ya lo anticipó: "Vivimos en una época en la que tenemos los medios perfectos, pero los fines están completamente perturbados". Y DIRIGENTES también lo anticipó en nuestra tribuna de noviembre de 2008 titulada "Nuevo orden mundial". En ella, decíamos: "Las consecuencias las estamos comenzando a sufrir y nos costará varios años superar la profunda y larga recesión en la que están inmersos los mercados mundiales porque no hay líderes capaces de diseñar las líneas maestras para salir de este tsunami".
Si en 2007 fue Estados Unidos, el mayor mercado del mundo, quien destruyó los pilares de la economía mundial, la globalización ha hecho que, casi una década después, el miedo a un crack se distribuya entre varios actores de peso: China, petróleo, emergentes…
¿Y ahora? En un momento en el que parecía que el mundo empezaba a dejar atrás la crisis, los gobiernos asisten impasibles a un ‘deja vu’ que ya muchos analistas están empezando a advertir. "Volvemos a 2007". Y nosotros nos preguntamos: ¿Estamos preparados para asistir a otro crack mundial?