Hong Kong vive desde hace un mes en un clima convulso. Las manifestaciones prodemocráticas surgidas con motivo de la nueva reforma electoral, que rompe con la promesa del gobierno chino de que los hongkoneses puedan elegir libremente a su Jefe del Ejecutivo en 2017, se han convertido en una realidad que ha calado en todos los sectores de la sociedad.
Las primeras revueltas dieron comienzo el pasado 26 de septiembre, cuando los estudiantes comenzaron a reivindicar su derecho al voto. Inmediatamente se hicieron con el apoyo de la agrupación Occupy Central y de la ciudadanía, en general.
La "revolución de los paraguas", que es como se conoce al movimiento prodemocrático de Hong Kong, ha tenido sus idas y venidas con el jefe del gobierno, Leun Chun-Ying. Aunque se ha conseguido dialogar con el Ejecutivo en los últimos días (hecho insólito, dicho sea de paso), no se ha llegado a ningún acuerdo. Leun Chun-Ying se mantiene firme: la nueva ley electoral es intocable, aunque sigue abierta la puerta al diálogo y a la negociación.
Todo este movimiento se ha caracterizado por las manifestaciones. En una primera etapa eran más pacíficas, pero en la última semana se han recrudecido. Los altercados y peleas cuerpo a cuerpo entre activistas y alborotadores se están saldando con intervenciones de la policía y arrestos. A este respecto, a nivel local y en redes sociales circulan varias versiones o impresiones. Por una parte, se comenta que esos alborotadores están contratados por el gobierno chino para poner una nota violenta a las revueltas; y por otra, que las manifestaciones están promovidas, desde fuera, por intereses occidentales. Además, a ello habría que sumar cómo informa la prensa local sobre los altercados, pues da la sensación de que las cifras de heridos y detenidos de un lado y otro (manifestantes y policía) no se corresponden con la realidad. Por ejemplo, el otro día comentaban en las noticias que había habido 20 heridos. Teniendo en cuenta que estas cifras estarían infladas, para mí sería como decir que no ha habido prácticamente ningún incidente.
Si se tiene en cuenta el día a día de los ciudadanos y de las empresas, las manifestaciones también están dejando su reflejo. Las sentadas y bloqueos que están teniendo lugar en el centro comercial y financiero de Hong Kong están provocando cortes de tráfico, desvíos de líneas de autobuses…, lo que afecta directamente a la rutina diaria de los trabajadores y compañías que se encuentran en la "zona de conflicto". Por lo demás, según la experiencia de Asia es fácil y de otras empresas españolas que operamos desde Hong Kong y Asia, en general, no hay grandes cambios. Como compañías internacionales, no nos estamos enfrentando a ninguna traba o situación diferente que la que viven los negocios locales. Del contacto con nuestros clientes, que se encuentran en España y otros países, tampoco se desprende una sensación de preocupación, de que piensen que los hechos les pueden repercutir negativamente. En definitiva, el ambiente que se vive en Hong Kong se percibe como un problema local.
La vida se desarrolla con normalidad en todas las áreas en las que no se producen manifestaciones, es decir, en cualquier zona que no sea el centro financiero. De hecho, desde que comenzaran las revueltas, he estado moviéndome por toda la ciudad y no he encontrado ningún problema. Evitando las calles cortadas, incluso, no he visto ninguna referencia que me hiciera pensar que en Hong Kong está pasando algo fuera de lo normal.
En cuanto al consumo, tampoco se perciben grandes diferencias. La única excepción: los negocios de venta al público que se encuentran en el centro financiero, pues están en el epicentro de las manifestaciones. En estos casos, hay tiendas a las que no les ha quedado otra que cerrar algunos días. Sea como sea, no creo que este movimiento esté afectando al consumo. Tampoco creo que esté perjudicando al turismo. Durante el puente del Día Nacional de China, que discurrió entre el 1 y 7 de octubre, por ejemplo, no había ni una habitación libre entre los 500 hoteles que hay en Hong Kong.
Lo que más se refleja en la prensa local con respecto al movimiento prodemocrático y las revueltas son las consecuencias que generan en el transcurso de la vida diaria: cortes de tráfico, alteraciones del servicio de transporte público… En este sentido, se ve a los manifestantes como algo que hay que eliminar.
Con respecto a la situación que se está viviendo, me gustaría que Hong Kong siguiera siendo independiente y que no formara parte de China, porque justamente la mezcla de lo chino con lo inglés es lo que hace a Hong Kong tan especial. Pensando en cómo podrían dilatarse en el tiempo los acontecimientos, los asiáticos en general y los chinos en particular son gente de aguante. Por tanto, creo que tanto los manifestantes como el gobierno se mantendrán firmes el tiempo que haga falta. No obstante, sí que es cierto que la ciudadanía y sus reivindicaciones también necesitan fuerza, apoyo, y es en este terreno donde pueden verse en una situación de desventaja.
Paco Pérez, director de Operaciones de Asia es fácil.
hemeroteca