Incertidumbre en Brasil sobre el futuro de Santander en el país

A pesar de que la noticia de la sucesión de su hija, Patricia Botín, tardó escasas horas en hacerse pública, los medios generalistas brasileños se centraron en la figura de Botín padre, fallecido ayer víctima de un infarto a los 79 años.

Así, la influyente Folha de Sao Paulo, uno de los mayores diarios del país y el más importante de la capital financiera de Brasil, informó sobre la muerte del banquero y publicó además un análisis en el que se preguntaba cómo será ahora la gestión del banco en el país y en el resto de América Latina.

"Sin Botín, los analistas creen en una mayor descentralización de la gestión y especulan si la nueva filosofía será capaz de producir los mismos resultados, encima de la media", escribió el diario.

Además, la Folha recordó que "la segunda mayor apuesta" del banco (contribuyó con el 19% de los beneficios de la entidad en el pasado trimestre), fue la entrada en Brasil, al comprar el Banco General del Comercio, Noroeste, Meridional y Bozano "invirtiendo en la privatización de Banespa y en 2007 comprando el antiguo Real por 21 millones de dólares".

Botín había sabido gestionar la incipiente fuerza del Grupo Santander en América Latina para comenzar con la expansión en Brasil, donde pelea para atraer a los millones de brasileños que a día de hoy siguen sin tener una cuenta bancaria.

En dicho proceso de bancarización en el que se encuentra inmerso el gigante sudamericano, la entidad financiera no se había librado de la polémica.

El pasado mes de julio el ayer fallecido Emilio Botín tuvo que desplazarse hasta Brasil para pedir perdón por unas indicaciones que el Santander había dado a sus clientes de forma privada.

En dichos consejos, que terminaron por filtrarse, la entidad afirmaba que una posible reelección de la actual mandataria brasileña, Dilma Rousseff, que se enfrenta a las urnas el próximo 5 de octubre, traería consecuencias negativas para el mercado.

Tras la polémica, las declaraciones de condena de Rousseff no se hicieron esperar. El inmediato viaje de Botín para limar asperezas no impidió que algunas administraciones públicas del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) detuvieran su relación con el Santander, cambiando de banco para realizar los pagos de nómina a los funcionarios que hasta el momento se venía haciendo con la entidad española.

Influyente y polémico como en España, el santanderino era conocido por las altas esferas en Brasil, donde su banco también financiaba programas educativos, deportivos y sociales, y pese a su esfuerzo, dijo la Folha, "murió sin ver los frutos" de sus adquisiciones en el país, donde "perdió espacio con la Caixa (brasileña), y aún está lejos del lucro de Itaú y Bradesco".

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