Inversión, a la caza de la rentabilidad

Siete años de vida cumplía el pasado mes de marzo el mercado alcista. Dos años después del estallido de la crisis subprime (y de sus máximos de 2007) y de una sangría del 57%, el S&P 500 conseguía ‘levantar el vuelo’ y hasta el nuevo récord, marcado el 21 de mayo de 2015, anotarse un 215% en 75 meses. Cifras de vértigo, que S&P Global Market Intelligence, compara con las ganancias del 144% y la duración media de 56 meses de todos los mercados alcistas desde la Segunda Guerra Mundial.

Una escalada no exenta de ‘tropiezos’ e impulsada (y revitalizada constantemente) por las inyecciones ingentes de dinero de los bancos centrales. Y es que en el imaginario colectivo de los mercados ya está grabado a fuego ese ‘efecto dominó’ que comenzó con el shock hipotecario estadounidense, continuó con el rescate de Grecia (¿a la tercera va la vencida?), Irlanda, Portugal y, sí, España, y hay quien cree que el reciente derrumbe de los mercados emergentes supone la ‘tercera pata’ de esta gran crisis financiera, que no terminamos nunca de dar por finalizada…

‘Baches’ que las autoridades monetarias han ido ‘remendando’ con medidas de estímulo que han insuflado a la economía riadas de capital y reducido los tipos a la ‘mínima expresión’, idea que actualmente rebasa la barrera del cero para entrar en ‘territorio negativo’. Alex Dryden, analista de JP Morgan AM, destaca que "desde el colapso de Lehman Brothers, los bancos centrales de todo el mundo han recortado sus tipos de interés más de 600 veces (aproximadamente una vez cada tres jornadas bursátiles) con el fin de respaldar la recuperación mundial".

Rebajas que han ido acompañadas de "medidas de expansión cuantitativa sin precedentes en el marco de las cuales los organismos monetarios centrales del G3 en su conjunto han llegado a inyectar 12 billones de dólares en la economía global desde 2008".

La ‘new normal’, tipos y crecimiento ‘mínimos’

Dinero, mucho dinero, que ha conseguido disparar los activos de riesgo (constantemente planea sobre inversores y gestores la temida ‘burbuja’, o más bien su estallido…) y dejar sin apenas valor los ‘refugios seguros’. Mientras, el crecimiento se limita a recibir calificativos como ‘anémico’, o ‘mediocre’, en el mejor de los casos ‘débil’.

En concreto, durante los últimos siete ejercicio el repunte del PIB global apenas ha sido del 3,2% anual, frente al 4,2% registrado en la década previa y cifra que, a todas luces, sobre todo a la enorme inversión realizada por los bancos centrales, resulta cuento menos escasa. Una recuperación, además, constantemente puesta en duda por las recaídas de uno u otro lado, y los ‘golpes’ constantes, como la reciente desaceleración de China o el hundimiento de las materias primas, con el petróleo a la cabeza.

De hecho, cada vez son más los expertos que advierten del agotamiento de las políticas monetarias, no sólo por el enorme ‘arsenal’ desplegado, sino por las dudas cada vez mayores que genera su eficacia. Y, al mismo tiempo, por sus ‘efectos perversos’, como es el impacto de los tipos negativos en los balances del ‘denostado’ sector financiero.

Así, una y otra vez nos encontramos calibrando las probabilidades de una recaída, de la vuelta de la recesión, cuando aún las cicatrices de 2008 están ‘tiernas’. Quizá sean ellas las que mantengan a la comunidad financiera siempre alerta, también la mayor vigilancia que se ha impuesto y la avalancha regulatoria en marcha con el objetivo de evitar los errores del pasado. "Las crisis ocurren porque no se anticipan", dice siempre el estratega de Citi en España, José Luis Martínez Campuzano. Pero, esperemos que no nos pase como a Pedro con el lobo…

Explica este experto que "la recuperación de la Gran Recesión ha sido mucho más moderada de lo previsto. Más de lo que nos dice la historia, considerando aquí una recuperación tras una crisis financiera. Aún nos preguntamos el por qué, entre potenciales razones coyunturales y estructurales". Y, es que, añade, "puso de manifiesto muchas debilidades que arrastrábamos desde hace más de una década: la crisis del euro, la debilidad estructural de las economías emergentes y los excesos en algunos mercados (commodities especialmente). Y, de hecho, alguna de estas debilidades fue acentuada por las medidas expansivas de demanda ejecutadas para reconducir (que no solucionar) la crisis. Me refiero, tanto a austeridad fiscal forzada por el mercado, como también a las medidas expansivas al límite de los bancos centrales".

Puede leer el reportaje completo en el especial 30 Aniversario de la revista DIRIGENTES, ya en su quiosco.

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