Italia desafía a la UE ante amenazas de sanción

Italia cerró 2018 con una deuda pública del 132,2% del Producto Interior Bruto, la segunda mayor de la UE después de Grecia, por lo que debería haber introducido recortes de gasto y subidas de impuestos para conseguir un superávit primario en sus presupuestos y así poder reducir su montaña de deuda. “Se confirma que Italia no ha hecho un progreso suficiente en el cumplimiento con el criterio de deuda en 2018”, escribió la Comisión Europea, exigiendo al gobierno italiano factores relevantes para reconducir esta deriva. Roma no lo ha hecho. Es más, ha hecho todo lo contrario.

El ministro de Finanzas trasalpino, Giovanni Tria, respondió a las demandas de Bruselas discrepando sobre la contabilidad del crecimiento potencial del país en un entorno sin presiones inflacionistas y con elevados niveles de desempleo. Y asegurando que el incremento de la deuda pública se debía la estrategia del tesoro italiano en sus emisiones. “El aumento registrado en 2018 fue en parte debido a un aumento a finales de año de los equilibrios del erario anticipándose a los cuantiosos vencimientos de bonos a principios de 2019″.

Aunque el Ejecutivo comunitario guarda silencio sobre esta respuesta y se remite a la decisión que tomará este miércoles, la contestación está muy lejos de convencer. Según las previsiones de la Comisión, durante este 2019 la deuda aumentará al 133,7% y superará el 135% del PIB el próximo año. “Las renovadas tensiones en las rentabilidades soberanas [de la deuda italiana] constituyen un riesgo para estas proyecciones fiscales”, alerta Bruselas sobre la creciente presión de los mercados a la que el gobierno de coalición entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas parece hacer oídos sordos.

“Reconocemos que en principio un superávit primario mayor sería necesario para llevar la ratio de deuda a una clara senda bajista”, parece conceder Tria a Bruselas, aunque a continuación prosigue con su desafío ya que “dada el alto desempleo continuado y las condiciones cercanas a la deflación, la introducción de medidas fiscales restrictivas tendría efectos contraproducentes”.

Son argumentos que en Bruselas recuerdan a los expresados en 2015 por otro ministro de Finanzas, el griego Yanis Varoufakis, para resistirse a reconducir las cuentas públicas griegas a cambio de un nuevo rescate del país con fondos europeos.

Aunque la misiva firmada desde Bruselas por el vicepresidente para el Euro, Valdis Dombrovskis, y el Comisario de Economía, Pierre Moscovici, pidió a Roma “factores relevantes” para evitar “la preparación de un informe” por incumplir las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, el ministro de Finanzas italiano desafía esta amenaza con un “desde que tomamos posesión del cargo no hubo ninguna decisión que implique una relajación de la posición fiscal en 2018”. “Pese a un crecimiento económico bajista sorprendente”, añade, Italia rebajó su déficit al 2,1% del PIB desde el 2,4%”. Fue gracias al incremento de los ingresos tributarios, pero una economía estancada y la acumulación de meses de tensiones e incertidumbres políticas están revirtiendo este progreso. La Comisión prevé que el agujero presupuestario se dispare hasta el 2,5% del PIB porque “en particular, el débil desarrollo del mercado laboral se espera que restrinja sustancialmente los ingresos de los impuestos directos”.

Estas discrepancias entre Roma y Bruselas van más allá de los niveles de deuda, del déficit y de si el país será capaz de reconducir su sostenibilidad financiera. La Comisión alerta de que “para el año en su conjunto, el crecimiento del PIB real se espera que siga flojo en el 0,1%”. Tria habla de una décima más y de que “hasta la fecha el comportamiento de la economía y de los ingresos tributarios han excedido hasta ahora las proyecciones del Programa de Estabilidad” trienal que Roma envió hace semanas a Bruselas.

La conclusión del gobierno italiano pocas horas antes de que Bruselas apriete el botón rojo recomendando abrir un proceso disciplinario por deuda excesiva es que “el déficit sería significativamente inferior a las previsiones de la Comisión” y que “el ajuste estructural [reducción del déficit sin tener en cuenta la coyuntura económica] estaría conforme al Pacto de Estabilidad y Crecimiento”. En Bruselas, sin embargo, las cuentas no cuadran.

Italia redobla su desafío a las normas europeas de estabilidad presupuestaria aunque en los mercados su prima de riesgo se acerque peligrosamente a la griega. De momento, su gobierno euroescéptico, especialmente La Liga tras sus buenos resultados en las elecciones europeas, se ve fuerte para mantener el pulso. El miércoles la Comisión responderá con hechos y no con una mera carta.

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