Japón mantiene su solidez ante la ralentización global

Con una población diez veces menor que la de China, la economía de Japón representa una tercera parte que la del gigante asiático. Japón es la tercera potencia mundial y ha mantenido durante los últimos años un crecimiento estable, del 1,7% en 2017, un 0,9% en 2016, y un 1,4% en 2015. No son cifras boyantes, pero hablan de una recuperación desde la caída del 5,5% que sufrió en el año 2009. Además, el Banco Mundial prevé que este año el crecimiento de Japón rondará el 1%, y se ralentizará al 0,8% y al 0,5% en los dos años siguientes.

En ese panorama, el FMI alaba las bondades de la economía japonesa, que ha conseguido resolver algunos de sus problemas, al menos de momento. Por ejemplo, enfrentaba una situación inestable en su mercado de trabajo, que ha solucionado limitando las horas extras y dotando de igualdad a los trabajadores temporales con respecto a los fijos. Además, se han incorporado al ámbito laboral mujeres, personas de más edad, y trabajadores extranjeros.

En cualquier caso, se trata de una economía con un problema demográfico de fondo. Los japoneses tienen la mayor esperanza de vida en el mundo, de casi 84 años. Ese logro médico y social conlleva un contratiempo: cada vez existen más personas dependientes, lo que se suma a que nacen menos niños. El FMI calcula que para 2050 habrá tres personas dependientes por cada cuatro trabajadores, lo que supone un reto para la tercera economía mundial.

Por otro lado, los últimos años están confirmando otra tendencia: el país pierde población. En tan solo seis años, Japón ha perdido un millón de habitantes, desde los 127,8 millones que tenía en 2011, hasta los 126,8 millones con los que terminó 2017. Con respecto a esa cuestión, el FMI recomienda a Japón crear un plan fiscal que asegure los ingresos suficientes para hacer frente a las obligaciones sociales. Por ejemplo, valora la introducción de un impuesto al consumo que puede ayudar a conseguir más ingresos pero puede “obstaculizar” el impulso del crecimiento a corto plazo.

El organismo internacional señala otros asuntos a los que deben prestar atención las autoridades niponas. El primero, es que el crecimiento económico japonés puede verse afectado por el enfriamiento del sector externo, sobre todo a lo que refiere en su potencial a largo plazo.

La inflación está teniendo un comportamiento no deseado por los dirigentes japoneses. Y es que los precios apenas se han elevado un 2,4% en veinte años, en comparación con el 46% de Estados Unidos o el 29,1% en Alemania.

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