El volumen de activos en fondos mutuos y ETFs socialmente responsables ha crecido de 453.000 millones en 2013 a 760.000 millones en 2017. “Esperamos un crecimiento de doble dígito en este sector durante los próximos años”, señala Andre Themudo, jefe de distribución de BlackRock para España. Solamente, con estos datos ya se puede dibujar el futuro de la ISR en el próximo lustro, donde algunas gestoras han asegurado que tienen como objetivo duplicar o triplicar los activos gestionados bajo estos criterios. “En BlackRock queremos duplicar el equipo de ASG en los próximos tres años, no tenemos un objetivo fijado pero la tendencia es seguir avanzando en este camino. A día de hoy, 490.000 millones de activos bajo gestión pueden considerarse inversión socialmente responsable”, afirma Themudo.
¿Los motivos?
Son muchos los motivos que indican que la inversión con criterios ESG va a ser determinante. El primero de ellos es la gestión reputacional, donde 2 de cada 3 inversores institucionales asegura que ampliarán la ISR. “El factor demográfico también es fundamental, ya que en los próximos años entre 30 y 40 billones de dólares van a ser traspasados a mujeres y a millennials, que son más proclives a estas inversiones”, asegura el jefe de distribución de BlackRock para España.
Pero no solo eso, la regulación gubernamental también indica el camino. En Francia, el artículo 173 obliga a las gestoras a facilitar información sobre la exposición a riesgos climáticos de algunos activos. La Unión Europea está trabajando en una nueva norma para fomentar la ISR, de hecho, es probable que desde Bruselas se obligue a las gestoras a tener una parte de su capital invertido bajo estos criterios socialmente responsables. Pero, quizá el gran impulsor será la rentabilidad, “no hay motivo para no invertir en activos ESG teniendo en cuenta su rentabilidad y una volatilidad pegada a la media”, señala Andre Themudo.
¿Cómo se invierte?
Básicamente hay dos maneras de invertir en ESG: activa o de impacto o pasiva. La primera consiste en invertir en proyectos concretos. “Por ejemplo una inversión de impacto ESG es aquella que va encaminada a un proyecto concreto. Una empresa que emite bonos verdes para construir una presa de agua. Eso sería una inversión típica dentro de este rango”, explica Themudo.
Por otro lado, la pasiva es aquella inversión en empresas catalogadas como ESG. Dentro de este apartado están los fondos mutuos y los ETFs. “Los activos bajo gestión en ETFs a nivel global podrían alcanzar los 12 billones de dólares en los próximos cinco años”, informa la gestora. Precisamente, los ETFs considerados ESG serán “el motor que dispare este tipo de inversiones”, señala el jefe de distribución de BlackRock para España.
¿Qué interesa?
Las siglas ASG hacen referencia a la inversión ambiental, social y de buen gobierno. La primera de ellas, la ambiental es la que más demanda tiene, “en BlackRock uno de los ETFs más demandados es del agua”, comenta Themudo.
2019-04-24 09:34:53