La mejor o peor marcha del sistema bancario portugués depende, en gran medida, de que su deuda soberana a largo plazo no alcance simultáneamente la calificación de inversión especulativa por parte de las principales agencias de calificación: DBRS, Fitch, Moody’s y S&P. Por el momento, DBRS es la única agencia que se resiste a rebajar la deuda portuguesa hasta bono basura.
Según los expertos de BBVA Research, «el comportamiento en los últimos meses del rendimiento de la deuda pública a 10 años está siendo peor en Portugal si se compara con España, Italia e Irlanda». Además, señalan que no hay signos de contagio, lo que podría indicar que los mercados son capaces de distinguir mejor entre la situación de los países que en episodios anteriores de la crisis.
La situación de los bancos lusos aún no se ha estabilizado y depende de la buena marcha de su economía. Las entidades portuguesas, a finales de 2015, presentaban una elevada concentración si se compara con los principales sistemas europeos. La cuota de mercado de las 5 mayores entidades es del 69,6% (vs 60,2% en España). De hecho, existen cuestiones heredadas de la crisis como la consolidación del sistema que todavía no se han solventado. En el periodo 2012-15, y según el BCE, el número de empleados de las entidades lusas se contrajo un 8%, y el número de sucursales lo hizo un 11%. Por tanto, el ajuste no está siendo especialmente intenso. Ademas, desde comienzos de 2012 existe un deterioro progresivo en la calidad crediticia, patente tanto en el ratio mensual de mora calculado a partir de la definición de crédito vencido (9,1% en el segundo trimestre de 2016).
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