El pasado mes de febrero, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, tomó la decisión de devaluar un 69% su moneda. La caída del petróleo, la falta de apoyo económico por parte de China, Rusia y Oriente Medio y el déficit fiscal pusieron al país en una difícil situación.
Tras el nuevo cambio,170 bolívares equivaldrán a un dólar. Esto supone una gran diferencia con el Sicad 2, que establecía un cambio de alrededor de 52 bolívares por cada billete verde.
Por lo tanto, Venezuela tiene ahora tres tasas de cambio diferentes: una fija preferencial de 6,3 bolívares por dólar, otra para importaciones que comienza en los 12 bolívares pero que se puede incrementar y, por último, el Simadi, que es el dólar libre.
Con esta medida, Maduro pretender apuntalar la economía frenando la salida de divisas. Pero mientras este ‘parche’ sostiene temporalmente la situación de Venezuela, las empresas extrajeras con intereses económicos allí se han visto en una encrucijada. La última en sufrirlo ha sido la embotelladora Coca-Cola Fermsa SAB. L
a compañía ha anunciado que sus ingresos procedentes del país se han desplomado un 95% lastrando sus resultados trimestrales. Según sus informes financieros, han utilizado el tipo de cambio SIMADI de 197.30 bolívares por dólar, en comparación con los 10,60 bolívares que aplicaron en el mismo periodos de 2014.
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