La economía mundial en 2016

En 2015 los bancos centrales terminaron de sentar las bases de la recuperación mediante el empleo extremo de políticas monetarias ultralaxas, permitiendo que las valoraciones de los activos se recuperasen.

Su determinación para actuar de manera continuada con medidas más o menos creativas, pero siempre relacionadas con la aportación de liquidez de una u otra forma, ha ido más lejos de lo que muchos esperaban. Gracias a ello la economía se ha reconducido y las tasas de crecimiento vuelven a ser aceptables según ha querido señalar el último informe de Bankinter sobre las previsiones económicas que acontecerán en 2016.

La creación de empleo es lenta, excepto en EE.UU., siendo ésta una inquietante limitación del actual monetarismo extremo. Por eso esta recuperación es socialmente asimétrica, originando incertidumbres políticas en algunos países cuyos desenlaces conoceremos en 2016.

Pero 2015 será también recordado como el año en que empezó a emplearse el petróleo como arma estratégica en lo económico. Su abaratamiento no sólo responde a una menor demanda de los emergentes, sino también al éxito de EE.UU. en su estrategia para conseguir la autosuficiencia energética en 2035 y al desinterés de Arabia Saudí en que la OPEP reduzca producción, ya que precios bajos desincentivan las inversiones en los yacimientos menos rentables, particularmente en el fracking.

Un petróleo barato tiene más ventajas que inconvenientes porque facilitará una recuperación más rápida de las economías desarrolladas, particularmente la europea. Así, en 2015 sufrimos las primeras subidas de tipos, los emergentes han perdido protagonismo y la política monetaria fue relevada por fiscalidad benigna y reformas.

Los emergentes agotan sus modelos de crecimiento y, en muchos casos, sufren el abaratamiento del petróleo y de otras materias primas, por lo que seguirá transfiriéndose parte del crecimiento mundial los desarrollados. La ralentización europea será pasajera, ya que la depreciación del euro permitirá ganar competitividad rápidamente, la financiación abundante y barata terminará reactivando el crédito y la caída del petróleo reducirá los costes empresariales.

La última clave de 2015 ha sido el reto de aplicar políticas fiscales laxas (con el riesgo que esto supone con respecto al cumplimiento de los objetivos de déficits fiscales) y políticas económicas estructurales que mejoren la productividad y que tomen el relevo a las agresivas políticas monetarias aplicadas hasta ahora. Estas por sí solas no podrán terminar el trabajo de la recuperación.

Ésta se encuentra en fase de consolidación, pero aún es del tipo BBB: Bajo crecimiento, Bajo empleo y Baja inflación. Esto deberá cambiar en 2016 si la situación evoluciona como se acaba de describir. Por tanto, no encontramos razones fundadas para el desánimo.

España aún enfrenta el desafío de la autocomplacencia, pero las reformas introducidas hasta ahora han descongestionado la economía.

Para Bankinter concretar la estrategia de inversión será más difícil en 2016 que en los 3 años anteriores. No obstante, sus preferencias sectoriales son Industriales, Tecnología, Aerolíneas, Turismo, Concesiones, Consumo y Utilities. Creen que los precios de los bonos (soberanos y corporativos) pueden subir aún algo más, sobre todo a raiz del QE del BCE, pero el riesgo es también superior. Los fondos de retorno absoluto y total encajan mejor que nunca, pero sólo si están bien escogidos. El yen se depreciará más allá de 150 y el dólar se consolidará como divisa fuerte.

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