La IA duplicará el crecimiento económico hasta 2035

El PIB mundial se ha ralentizado en la mayoría de economías desarrolladas en las últimas dos décadas mientras que los niveles de mano de obra se mantienen prácticamente paralizados. Teniendo en cuenta que el aumento de capital o trabajo, o bien su utilización más eficiente son los pilares sobre los que se asienta el crecimiento económico, el economista Robert Gordon se muestra pesimista y estima que la productividad en el próximo cuarto de siglo seguirá creciendo con lentitud. Ante tal panorama, la aparición de la inteligencia artificial (IA) podría ser la clave para volver a la senda del crecimiento, si pensamos en ella como un híbrido entre capital y trabajo. Aunque muchos ven este desarrollo tecnológico como una amenaza, “el verdadero potencial de la IA reside en su capacidad de complementar y enriquecer los factores de producción tradicionales”, señala el informe “Inteligencia Artificial, el Futuro del Crecimiento, realizado por Mark Purdy y Paul Daugherty para Accenture. La IA permite que las personas  se concentren en aquellos aspectos de su trabajo que generan más valor, además, para los expertos, la inteligencia artificial complementa las capacidades humanas y ofrece a los empleados nuevas herramientas con las que pueden aumentar su inteligencia natural. Por último, ayuda a aumentar la eficiencia del capital, algo fundamental en industrias en las que representa un gran cote hundido. CRECIMIENTO IA La IA abre las puertas al crecimiento y lo hace mediante tres vías: crea una nueva mano de obra virtual (automatización inteligente), complementa y enriquece los conocimientos y capacidades de la actual mano de obra e impulsa innovaciones en la economía.  La automatización inteligente ya está de hecho, generando crecimiento gracias a su capacidad de automatizar complejas tareas del mundo físico, su facilidad para resolver problemas relacionados con diferentes industrias y tipos de trabajo y su posibilidad de autoaprendizaje, algo que se consigue mediante la reproductibilidad a escala. Accenture, en colaboración con Frontier Economics, ha analizado el impacto potencial de la IA en 12 economías desarrolladas que, en su conjunto, generan más del 50% de a producción económica mundial. Según este estudio, cuando la economía estadounidense haya asumido el impacto de la IA, en torno a 2035, su tasa de crecimiento se situará en 4,6%, en comparación al 2,6% en el que se encuentra en la actualidad. Esto supondría 8.300 millones de dólares adicionales de Valor Añadido Bruto (VAB). En este mismo periodo, Alemania, Austria, Suecia y Holanda doblarían sus tasas de crecimiento. De cara a 2035, el VAB de España se situaría en el 2,5%, desde el 1,7% actual. Regulación y ética Para que estas cifras se conviertan en realidad, los Estados deben superar barreras ideológicas y normativas importantes de cara a la total adopción de la inteligencia artificial. Elon Musk, fundador de Tesla, no tuvo problema en afirmar que la IA podría llegar a ser “la mayor amenaza para la existencia de la humanidad”. Las voces más optimistas señalan sin embargo esta solución como un gran avance hacia la resolución de grandes problemas a nivel mundial. Para los expertos de Accenture, todo dependerá de como se gestione la transición hacia la era de la IA. Es obvio que la utilización de máquinas autónomas que suplan las tareas tradicionalmente reservadas para las personas obligará a modificar la legislación vigente e, incluso, a promulgar nuevas leyes. Ante el miedo que la sociedad pueda tener de que la IA fuerce la pérdida de puestos de trabajo o aumente la desigualdad entre territorios, los legisladores deberán insistir en los beneficios tangibles que puede ofrecer, prever y evitar sus posibles aspectos negativos. Más allá del aspecto económico o legislativo, la inteligencia artificial también hace necesario plantearse cuestiones éticas y sociales que pueden estar ralentizando su implementación en determinados países.  La Fundación Knight, ha decidido estudiar estos aspectos de la inteligencia artificial, mediante la identificación de las cuestiones éticas o la determinación de quién las decide. “Incluso los algoritmos tienen padres, y esos padres son programadores informáticos, con sus valores y suposiciones. Esos valores,  predeterminados, ayudarán a definir la era digital”, explica Alberto Ibargüen, presidente de Knight Fundation. Un grupo de fundaciones, inversores e instituciones académicas se están uniendo a esta colaboración única, llamada Ética y Gobernabilidad del Fondo de Inteligencia Artificial. Este esfuerzo reúne a mentes líderes en tecnología, filantropía y dos de los principales centros académicos en temas de Internet, que han aportado 27 millones de dólares con el objetivo de realizar un llamamiento de interés propio y público para fomentar la transparencia e integrar los principios éticos de la IA. Entre los fundadores originales destacan: Reid Hoffman, fundador de Likefin o Pierre Omidyar, fundador de eBay.    

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