La longevidad está imponiendo profundas transformaciones en la economía global. España, en donde la población por encima de 65 años se ha más que duplicado desde 1960, no es ajena a esta tendencia. Así se recoge en el estudio de la Fundación de Estudios Financieros (FEF) y Fidelity, presentado esta mañana en la Bolsa de Madrid. Dicho documento revela que los patrones de consumo y ahorro españoles muestran importantes peculiaridades respecto a países de su entorno. El estudio de FEF y Fidelity, que se nutre de datos facilitados por organismos internacionales como Eurostat y diversas oficinas estatales, compara el consumo y ahorro de España, Alemania, Reino Unido, China-Hong Kong y Japón. Este último país, dada su evolución demográfica en las últimas décadas, aparece como una ‘escuela de envejecimiento’ en el que países como España, en un estadio más temprano, pueden anticipar los efectos de la longevidad. El análisis se extiende también a la cartera de inversión de las diferentes cohortes de población de estos países, estimando su composición en función de diversos factores como productividad, aversión al riesgo, preferencia temporal, entre otros. El análisis de los datos a lo largo del tiempo demuestra que, a escala global, la longevidad tiende a desplazar el gasto desde el ocio hacia inversiones a largo plazo. Dentro de esta tendencia general, España representa una singularidad en lo que respecta al capital humano, ya que es el país que menos gasta en educación, tanto pública como privada. La reducción más notable en formación se produce entre los más jóvenes, mientras que las familias con hijos, a partir de los 35-45 años, incrementan estos gastos en menor proporción que nuestro entorno. En lo que respecta al gasto sanitario, un capítulo en aumento cuando la población envejece, los hogares españoles con miembros de más de 60 años destacan por el fuerte incremento de esta partida. Sorprendentemente, el crecimiento más llamativo en gasto sanitario, con una subida anual acumulada del 7%, se produce en los hogares más jóvenes, con una edad media inferior a los 30 años, debido al mayor diagnóstico de enfermedades corrientes como la atención bucodental, alergias, lesiones musculares o incidencia de virus. El gasto en alimentos de primera necesidad, un capítulo que también tiende a crecer con la edad, no tiene reflejo en España, donde todos los grupos de edad registran una fuerte caída en la cantidad destinada a alimentos, bebidas y tabaco. También el vestido y el calzado muestran una reducción generalizada. Esta tendencia se explica por el nivel actual de renta per cápita, que lleva a demandar bienes de mayor valor añadido. Otra de las conclusiones es que en España más del 60% de las familias gasta recurrentemente más de lo que ingresa, lo que les obliga a recurrir al endeudamiento de forma continua, especialmente para financiar la compra de vivienda. Esto explica hasta qué punto las familias españolas tienen unas necesidades superiores de liquidez respecto a las alemanas o las británicas.
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