El nivel potencial de crecimiento económico de Estados Unidos será más bajo en el futuro, aunque eso no es ninguna noticia. Tal y como apuntan los expertos de Amundi se trata de la “nueva normalidad” derivada del menor crecimiento futuro de la mano de obra. El tipo de interés de equilibrio debería ser algo inferior al PIB potencial, lo que colocaría el tipo de interés de equilibrio «en el 3,25% (levemente por debajo de la estimación de la propia Fed). De media, el rendimiento de los bonos a diez años es un 0,75% superior al tipo de interés de equilibrio».
Eso quiere decir que cuando los tipos de interés se normalicen en territorio norteamericano, cabe esperar un rendimiento «alrededor del 4%». Así pues, estaríamos a menos de un 1 punto porcentual de su valor razonable a largo plazo.
3% es oportunidad de compra, para Amundi
Lo que hace que los rendimientos de los treasuries me parezcan atractivos al 3% es que los tipos de interés no están en niveles de equilibrio. Así, explican, «tendríamos que ver los tipos de interés en el 2,25% y que se mantuvieran así durante los próximos diez años para que un rendimiento del 3% fuera un valor razonable». Y no creo que eso vaya a suceder. No hay suficiente inflación y las probabilidades de que el ciclo económico llegue a su fin son demasiado elevadas.
El pasado mes de diciembre señalé que un mal escenario para los inversores es una bolsa a la baja arrastrada por las subidas de los rendimientos de los bonos. Lo que con más probabilidad podría provocar dicha situación es una inflación elevada, algo que podría ocurrir incluso si el crecimiento se frena a partir de ahora.
Este riesgo extremo puede cubrirse comprando bonos indexados a la inflación de los mercados emergentes, que están baratos actualmente, pero la hipótesis de caída de las bolsas y subida de los rendimientos no «sería probable». Si se produjera un descenso acusado de las bolsas, la Reserva Federal recortaría —ahora puede hacerlo— los tipos de interés e incluso reactivaría la QE, lo que tiraría a la baja de los rendimientos.
Con eso se mantendría la correlación negativa entre la renta variable y la renta fija que hemos disfrutado durante tantos años. Algunos inversores han quitado duración de sus carteras de renta fija «por miedo a la subida de los rendimientos y, por consiguiente, han dejado de contar en sus carteras con ese activo de cobertura frente a la renta variable». Con un rendimiento en el 3%, apunta, «conviene rectificar esa decisión».
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