El mercado de la renta fija no evidiencia movimientos sólidos ante las novedades que han presentado los principales bancos centrales, Reserva Federal y Banco Central Europeo, ante las últimas reuniones que se celebraron durante el pasado mes. Las rentabilidades realmente se encuentran más abajo, aunque los bonos gobierno han experimentado un rally en el corto plazo durante las últimas semanas. En opinión de Chris Iggo, director de inversiones y responsable de renta fija de AXA IM, la clave es que los tipos de interés a largo plazo en todos los principales mercados de bonos permanezcan contenidos «dentro de los rangos en los que se han negociado durante todo el año». Sin ningún signo significativo de aumento de la inflación a nivel mundial y con los pasos muy modestos que hemos visto que ha tomado la FED y el Banco de Inglaterra para avanzar hacia niveles de tipos más altos, «la tendencia es que las curvas de rendimiento tengan una sesgo de aplanamiento». En este sentido, romper estos rangos requiere, según el experto, «un aumento en las expectativas de inflación global o un cambio significativo en el régimen de políticas», de tal forma que una modesta normalización no será una gran sorpresa para los mercados. En relación al nuevo sucesor de la FED deja en el aire esta normalización que dependerá, en parte, de las diferencias que Jerome Powell pueda aportar a la dirección de la institución monetaria. Los participantes del mercado ven a Powell como si todo siguiera con un sesgo centrista en términos de política monetaria y, por lo tanto, el candidato para reemplazar a Janet Yellen «se parece más a Janet Yellen». Por tanto, en el corto plazo la expectativa es «un aumento de tipos el próximo mes y 2-3 más en 2018». La política fiscal podría ser algo que cambiara la perspectiva de la política monetaria, comenta el experto, pero no vale la pena «especular hasta que se implementen las propuestas actuales del Partido Republicano en Washington». En vista de ello, «un aumento de 1,5 billones de dólares en el déficit federal en los próximos 10 años debería impulsar un poco el crecimiento, debería elevar un poco la inflación y debería significar mayores tipos de interés». Pero si el plan no pasa por el Congreso, «todas las apuestas se cancelan».
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