Tras la crisis de 2008, los precios han vuelto a ralentizar su crecimiento hasta el 1,7% en 2015 según revela el Informe Mundial sobre Salarios 2016-2017 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Desde el año 2012, este crecimiento ha sido en descenso; entonces, los salarios aumentaron un 2,5%. De hecho, la OIT apunta a que si se excluye China del balance, el crecimiento del salario mundial sería aún más bajo, del 0,9%. Durante los años de crisis, los sueldos se vieron impulsados por un crecimiento relativamente robusto en los países en desarrollo, el crecimiento que se ha ralentizado en todo el mundo en estos últimos años. Esta ralentización en la subida de salarios se observa especialmente bien en el ámbito del G20, donde el crecimiento de los sueldos ha pasado del 6,6% en 2012 al 2,5% en 2015. En los países desarrollados, en cambio, el crecimiento ha ido en aumento, del 0,2% en 2012 hasta el 1,7% en 2015. “El crecimiento más acelerado de los salarios en Estados Unidos y Alemania explica gran parte de estas tendencias. Todavía no está claro si este avance será constante en el futuro, ya que los países desarrollados enfrentan una incertidumbre económica, social y política cada vez mayor,” explica Deborah Greenfield, directora general adjunta de Políticas de la OIT. “En un contexto económico en el cual una menor demanda da lugar a precios más bajos (o deflación), la disminución de los salarios podría ser causa de gran preocupación, ya que podría aumentar la presión sobre la deflación”, concluye. Sin embargo, se observan grandes diferencias entre regiones. Mientras que en los países desarrollados hablamos de un crecimiento del 1,7%, en el Sudeste Asiático y el Pacífico esa cifra alcanza el 4%. Y se registran retrocesos del 3,4% en Asia Central y Occidental, del 2,1% en Estados Árabes, del 2% en África, del 1,3% en América Latina y el Caribe, y del 5,2% en Europa oriental. Dentro de los propios países también hay desigualdades entre los que más y menos ganan. Según el informe de la OIT, en Europa el 10% de los empleados que más ganan recibe de media el 25,5% del total de los salarios pagados en sus países, lo que supone casi lo mismo que recibir lo mismo que el 50% de los peor pagados. La proporción del salario que recibe el 10% más rico es aún más elevada en países como Brasil (35%), India (42,7%) y Sudáfrica (49,2%). La brecha de género La desigualdad en cuanto a salarios es aún más pronunciada en el caso de las mujeres, que en Europa ganan cerca de un 20% menos a la hora. Y si subimos de categoría, las mujeres en la alta dirección llegan a registrar una diferencia salarial de más del 50% solo por ser mujeres. Desigualdad en la propia empresa El informe de la OIT también hace referencia a la desigualdad salarian dentro de una misma compañía, algo que tiende a crecer en los países en desarrollo más que en los desarrollados. En los países desarrollados, los salarios medios del 10% que más gana de la empresa suelen ser de dos a cinco veces más altos que los del 10% que menos gana. Y esa relación crece hasta ocho y doce veces en Vietnam y en Sudáfrica, respectivamente. “En promedio, en 22 países europeos, la desigualdad dentro de las empresas representa 42 por ciento del total de la desigualdad salarial, mientras que el resto se debe a la desigualdad entre las empresas,” señaló Rosalia Vazquez-Alvarez, economista de la OIT y una de las autoras del informe. Según la OIT, el 80% de los empleados europeos gana menos que el salario medio que paga su empresa.“La extensión de la desigualdad de los ingresos en las empresas – y su contribución al total de la desigualdad de los ingresos – es considerable, lo cual indica la importancia de las políticas empresariales a fin de reducir la desigualdad general,” concluyó Deborah Greenfield. El informe pone de manifiesto las políticas que pueden ser utilizadas y adaptadas a las circunstancias nacionales a fin de reducir la desigualdad salarial excesiva. El salario mínimo y la negociación colectiva desempeñan una función importante en este contexto, explica la organización. Otras medidas posibles incluyen reglamentar o autorregular los salarios de los ejecutivos, promover la productividad de las empresas sostenibles y hacer frente a los factores que conducen a la desigualdad salarial entre los trabajadores, tanto hombres como mujeres.
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