El pasado año nacía la primera asociación enfocada al sector del Fintech, la AEFI. El atractivo de estas nuevas empresas que utilizan la tecnología y la innovación para ofrecer servicios financieros ha hecho que el sector multiplique su inversión año tras años. De hecho, según Accenture, las inversiones en estas startups en 2015 alcanzaron los 22.000 millones de dólares (20.500 millones de euros) en todo el mundo, y en el primer trimestre de 2016 ya sumaban 5.300 millones de dólares (4.900 millones de euros), un 67% más que en el mismo periodo de 2015. Sin embargo, todavía quedan varios obstáculos que la propia AEFI se ha propuesto superar con la publicación de su “Libro Blanco” hace unos días. La primera de las grandes diferencias entre el sector Fintech español y el británico, el pionero del mundo, es acerca de las necesidades de capital. Desde la AEFI explican que, si bien el crédito interno en España es superior al de otros países del entorno, éste ha descendido muy bruscamente desde el estallido de la crisis económica en 2008, ya fuese por las fusiones bancarias o por las nuevas exigencias de capital de Basilea III. La necesidad de talento es otro de los puntos débiles del Fintech español. La escasez de centros de educación superiores que ofrezcan formación relacionada con este sector complica la cultura emprendedora en el ámbito Fintech. Pero la AEFI destaca la falta de regulación específica para el sector como el principal freno a su desarrollo y reclaman mayor implicación por parte de las Autoridades Públicas. “Garantizar una mayor seguridad jurídica para las entidades españolas y desarrollar un entorno regulatorio atractivo para el capital extranjero está al alcance de las autoridades nacionales”, opinaba Jesús Pérez, presidente de la asociación durante la presentación del Libro Blanco. Las compañías españolas de FinTech señalan que los bancos son uno de los actores determinantes en el desarrollo de este fenómeno. Cierto es que muchas de las grandes entidades españolas ya han iniciado inversiones y proyectos enfocados a subirse al carro del atractivo FinTech. De hecho, según Accenture, la banca invierte cerca de la cuarta parte del total del dinero destinado a este sector, una cifra que aún tiene recorrido para incrementarse. Ante esto, la AEFI señala que el sector bancario español (uno de los mayores de Europa) es un punto a favor para el FinTech, pero que la falta de flexibilidad de las autoridades podría hacer perder al sector una oportunidad en favor de otros países europeos. “En el contexto económico y político actual, la falta de proactividad de los poderes públicos a la hora de realizar acciones concretas para proceder a la regulación del fenómeno FinTech, implicaría una clara desventaja competitiva que se traduciría en una salida de capital y de empresas había entornos regulatorios más seguros”, defiende la AEFI.
hemeroteca