Aunque las perspectivas son buenas, no hay que perder de vista que entramos en año electoral. En mayo se celebrarán las municipales y autonómicas, y a final de año se termina la legislatura. Las elecciones generales se podrían convocar a final de este año o principio del siguiente. La agenda política puede marcar la evolución económica por dos motivos. La primera, porque el actual Ejecutivo baje la guardia en el control de gasto y en llevar a cabo las reformas comprometidas. La reforma fiscal y las últimas medidas sobre financiación autonómica son una señal clara en este sentido. La reducción de impuestos generaliza que abre 2015 puede poner en riesgo el déficit si no se cumplen las previsiones de recaudación, como han alertado algunos expertos y el perdón de los intereses a las autonomías que apelaron al Fondo de liquidez será una deuda absorbida por la Administración Central de 8.000 millones.
La segunda deriva de la agenda electoral que puede impactar de forma negativa en la economía con una incertidumbre generada por la irrupción de Podemos en el tablero político. De cara al exterior, la confianza que se ha ganado en los últimos meses puede desaparecer si se confirma la ascensión de la formación política liderada por Pablo Iglesias. Por primera vez en más de 30 años se pone en juego al bipartidismo. Podemos encara el sprint electoral con algunas encuestas dándoles el primer puesto de salida. Aunque hayan moderado el discurso en los últimos meses, plantean una alternativa económica desviada de los dictados de Bruselas y el BCE, con la reestructuración de deuda por bandera. Como se ha visto en Grecia es algo de lo que no quiere oír el mercado y podría afectar seriamente a las condiciones de financiación de España en el exterior.
Sobre la confianza que transmita España al exterior, también va depender la evolución del desafío soberanista de Cataluña. Aunque la tensión entre la Generalitat y el Gobierno se ha suavizado, sobre todo después del resultado de la pseudo consulta que reveló el limitado respaldo de secesión por parte de la sociedad catalana; unas elecciones anticipadas podrían provocar una inestabilidad como país a ojos del exterior, si se plantean en clave plebiscitaria.
La economía española no solo depende de que se vayan ajustando los desequilibrios y la fortaleza de la demanda interna. Estará expuesta a la evolución económica del entorno europeo y la tranquilidad que ofrezca el mercado para su financiación. Que la recuperación económica llegue a toda Europa apuntalaría la economía por vía de las exportaciones. Está en manos del BCE alejar una nueva recesión de la región.
Pero Europa tiene sus propios desafíos. El más inminente será ahuyentar los viejos fantasmas de una nueva crisis del euro. Las elecciones anticipadas en Grecia reavivarán las especulaciones sobre el futuro del país, si sale del euro o si cae en bancarrota. Por otro lado, las presiones del Reino Unido para salir de la Unión Europea pueden mermar la confianza en la divisa europea y en el compromiso de los países miembros por permanecer en el club. Cameron se ha comprometido durante este año sacar adelante un referéndum sobre si Reino Unido se sale de la Unión Europea. Además, otro tema importante serán las relaciones de los socios europeos con Rusia.
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