El sector financiero, en general, se enfrenta a tres grandes retos: los bajos tipos de interés, la adaptación eficiente al entorno regulatorio y la digitalización. Los bajos tipos supondrán una merma significativa a las cuentas de resultados del sector, los constantes cambios regulatorios obligan a una adaptación de la estructura y operativa de las entidades, con los costes e ineficiencias que ellos provoca, y las llamadas fintech aspiran a tener cuota de mercado en el sector financiero del futuro cercano.
En el caso particular de la banca privada, la digitalización representa un menor desafío ya que seguirá siendo un negocio en el que priman las personas y la confianza. Mayor complejidad presentan los otros dos retos: la búsqueda de rentabilidad para el cliente en un entorno de tipos de interés muy bajos y la aplicación de la nueva regulación MiFID II.
La nueva regulación MiFID II será beneficiosa para nuestros clientes ya que significa mayor transparencia. Los bancos que hemos estado siempre cerca del cliente, con el foco puesto en ofrecer una gama amplia de productos en régimen de arquitectura abierta y servicios que aporten valor, leemos la normativa como una simple evolución. Para entidades cuya propuesta de valor se basa en vender su propio producto o en comisiones implícitas, la nueva normativa puede suponer una revolución en su modelo de negocio y la manera de relacionarse con sus clientes. El devenir de cada modelo lo iremos viendo en no mucho tiempo.
El mayor desafío para la industria de la banca privada es conseguir, en la situación actual, rentabilidades atractivas para los clientes más exigentes. Vivimos en un entorno en el que los depósitos ofrecen rentabilidades ligeramente por encima del 0%, la prima de riesgo en los bonos del Tesoro es baja y la renta variable depende de movimientos geopolíticos, como si de una partida de ajedrez se tratara, de los países exportadores de petróleo, EEUU, China, el Banco Central Europeo o el Banco Central de Japón.
La mejor receta para la banca privada, ante estos retos, es estar más cerca del cliente que nunca. Es importante compartir con los clientes el contexto macroeconómico para tomar las mejores decisiones de inversión. Es aún más importante, realizar una gestión basada en preservar el patrimonio por encima de todo y aprovechar oportunidades tácticas del propio mercado (con riesgos controlados). También es importante buscar cualquier oportunidad de inversión descorrelacionada con los mercados financieros, como puede ser el sector inmobiliario de calidad o ayudar a los clientes en su planificación patrimonial. En definitiva, amplitud de servicios y aportación de valor que deben ponerse al alcance de un cliente de banca privada. Y ese es nuestro objetivo.
Carlos Aso, consejero delegado de Andbank España.
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