Cuando asumimos el liderazgo de una organización, bien sea una institución pública o una empresa privada, todos aspiramos a generar un impacto positivo. Queremos dejar un legado que mejore el funcionamiento de la propia organización y que, en última instancia, eleve el nivel de vida de las personas. Como presidente de Aragón, y anteriormente como […]
Dirigentes Digital
| 13 nov 2023
Cuando asumimos el liderazgo de una organización, bien sea una institución pública o una empresa privada, todos aspiramos a generar un impacto positivo. Queremos dejar un legado que mejore el funcionamiento de la propia organización y que, en última instancia, eleve el nivel de vida de las personas. Como presidente de Aragón, y anteriormente como alcalde de Zaragoza, cada vez que mi equipo pone en marcha un proyecto y siempre que se nos plantea una iniciativa privada, me pregunto: ¿qué impacto inmediato tendrá en la vida de los aragoneses? Y no menos importante: ¿cómo afectará a los ciudadanos el día de mañana?
Estamos en 2023 y ya no es momento de hacerse preguntas sobre el futuro de nuestro planeta. Es hora de actuar. Eso sí, alejados de populismos, alarmismos y pensamientos mágicos. Es el momento de trabajar con las ideas claras, con una hoja de ruta creíble y conjugando el crecimiento económico con la sostenibilidad y el respeto a nuestro planeta y sus recursos naturales. Aplicar la fórmula no siempre es fácil, aunque sí imperativo. Nuestros nietos nos los agradecerán.
Desde las organizaciones públicas y privadas debemos apostar por proyectos transformadores en el sentido más amplio del concepto, pues deben transformar la economía y nuestra relación con el medio ambiente. Por desgracia, aún se escucha el mantra de que la sostenibilidad está reñida con el crecimiento y la creación de empleo. Una idea que solo refleja estrechez de miras.
Me siento orgulloso de que Aragón y su tejido empresarial constituyan un claro ejemplo de ese espíritu emprendedor que no olvida sus obligaciones medioambientales. Por ejemplo, la capital, Zaragoza, será en 2030 una ciudad ‘cero residuos’. Lo logrará a través de una inversión de 280 millones de capital privado que impulsará una planta dedicada a la transformación de residuos en hidrógeno. Este, posteriormente, se venderá a industrias químicas. El impacto económico y en materia de empleo será muy elevado. Y, por el camino, se mejorará la calidad de vida de los zaragozanos del mañana.
El conjunto de la comunidad autónoma también piensa en un futuro tan próspero como verde. Desde el Gobierno de Aragón estamos volcados en la atracción de proyectos transformadores: trabajamos en la llegada de grandes industrias disruptivas, ligadas a sectores como el de la computación en la nube o el del automóvil eléctrico. Son dos ámbitos que crean empleos altamente cualificados y que aportan una visión largoplacista, pero a los que se achaca una gran demanda energética. Está en manos de la administración que esa energía sea verde, sostenible y respetuosa con el entorno. No les quepa duda de que trabajamos en que así sea.
Desde esta tribuna que la revista DIRIGENTES me da la oportunidad de escribir, animo a los directivos y líderes del sector privado y también del público a buscar el progreso y el crecimiento de sus organizaciones, pero con la vista puesta en el futuro. Porque el liderazgo no es solo manejar un grupo humano para lograr los objetivos inmediatos. Liderazgo también es sentar las bases para que quienes vienen detrás tengan la oportunidad de seguir con ese trabajo.