Imagina hacer una maratón sin haber aprendido a andar. Hacer una operación de corazón sin haberte formado en medicina. ¿Impensable, ¿verdad? Pues bien, algo parecido (salvando las distancias, obviamente) ocurre cuando nos embarcamos en el mundo laboral. En la sociedad en que vivimos nadie nos prepara profesionalmente para lo que nos espera al incorporarnos a una organización. […]
Dirigentes Digital
| 21 jun 2023
Imagina hacer una maratón sin haber aprendido a andar. Hacer una operación de corazón sin haberte formado en medicina. ¿Impensable, ¿verdad? Pues bien, algo parecido (salvando las distancias, obviamente) ocurre cuando nos embarcamos en el mundo laboral. En la sociedad en que vivimos nadie nos prepara profesionalmente para lo que nos espera al incorporarnos a una organización. Ni escuelas, ni institutos, ni universidades.
Actualmente se habla mucho de organizaciones donde la persona está en el centro, que es el activo más importante y que la fidelización del talento es clave. Y me pregunto nuevamente, ¿realmente nos preparamos durante los primeros años de nuestra vida para trabajar en sociedad? ¿para hacerlo bajo modelos de autonomía, flexibilidad, libertad y responsabilidad? ¿para saber ser efectivos en la gestión de nuestro trabajo, para saber decir “no” y, sobre todo, para entender que somos seres emocionales y no solo racionales, al igual que los demás?
Sinceramente, lo dudo mucho y no tanto por lo que veo en centros educativos, sino por lo que sigo descubriendo en personas altamente cualificadas que finalizan sus estudios y se incorporan a sus primeros puestos de trabajo. Como consecuencia, entre muchas otras, nos echamos las manos a la cabeza cuando el trabajo a distancia falla; cuando nuestros equipos no se cohesionan ni funcionan; cuando contratar más personas no es la solución; y cuando nos adelanta la organización de al lado porque tiene una cultura más way.
En mi día a día acompaño a organizaciones y personas en sus procesos de crecimiento y evolución. Como parte de estos procesos de transformación, algo muy habitual que ocurre es que pretendemos cambiar la manera en la que hacemos nuestras tareas. Nos centramos inicialmente en lo que suele conocerse como New Ways of Working, pues tiene como objetivo realizar nuestro trabajo de una nueva manera.
Y esto puede funcionar bien aunque, bajo mi experiencia, hay otra técnica para impactar más generando una transformación con mejores resultados, ya que la clave reside más en cómo pensamos, en nuestro lado conductual, en esas creencias y estructuras propias de cada uno, que en cómo desempeñamos nuestra actividad.
Por ello, le doy más importancia y peso a diseñar nuevas formas de pensar o lo que vendría siendo New Ways of Thinking, antes de entrar en nuevas formas de hacer: pensar sobre hacer. Creo que en general lo tenemos claro. Además, si no terminamos cambiando cómo pensamos, seguramente estemos haciendo las cosas de una manera diferente porque toca, porque viene impuesto o porque es una moda y cómo no vamos a hacerlo.
Es aquí, trabajando las nuevas formas de pensar, donde suelo percibir la mayor barrera y resistencia, tanto consciente como inconsciente, ya que en general encuentro grandes profesionales con unos conocimientos técnicos espectaculares (lo que solemos conocer como Hard Skills), que tienen muchísimo margen de evolución en sus habilidades personales, relacionales y sociales (Human Skills).