Por Manuel Gazapo Lapayese, director institucional de UNIVERSAE
Manuel Gazapo Lapayese
| 19 nov 2024
En los últimos años, el número de mujeres que se deciden a crear sus propios negocios se ha incrementado, reduciendo así la brecha que existe entre hombres y mujeres en este ámbito. A pesar de ello, según datos del informe ‘Emprendimiento de Mujeres en España’, sólo el 17% de las mujeres decide iniciar un negocio, frente al 22% de los hombres. Esta disparidad en la participación emprendedora señala la necesidad de abordar esta situación desde la educación para asegurar la igualdad de oportunidades dentro del sector.
Si bien las tasas de emprendimiento reciente (TEA) encadenan tres años de crecimiento en España y el porcentaje de personas que se lanza a emprender ha alcanzado un récord en 2023, aún existe una brecha que desincentiva el impulso emprendedor de las mujeres. Ante esta realidad, la educación desempeña un papel clave y la Formación Profesional (FP) puede convertirse en una palanca transformadora para impulsar el emprendimiento femenino.
Para fomentar una sociedad emprendedora, es necesario contar con un sistema educativo que inspire a las mujeres desde edades tempranas y les dé las herramientas necesarias para aspirar a ser creadoras, innovadoras y líderes. Además, la enseñanza del emprendimiento debe ser una experiencia práctica, donde las jóvenes puedan enfrentar desafíos reales, desarrollar redes de contactos y adquirir conocimientos financieros que fortalezcan su confianza y su talento para iniciar sus propios proyectos. En este sentido, la Formación Profesional juega un papel clave, al tratarse de un modelo educativo orientado a preparar a las personas para el mercado laboral, otorgándoles habilidades concretas y alineadas con las demandas reales de la economía.
Es en este entorno donde las mujeres pueden encontrar un espacio de preparación, empoderamiento y confianza para desarrollar proyectos propios. Invertir en programas de FP que integren el espíritu emprendedor como una competencia fundamental no solo incentivará el emprendimiento femenino, sino que también fortalecerá el tejido empresarial de nuestro país.
Para ello, es necesario fomentar un sistema educativo que incluya en sus programas herramientas y conocimientos específicos sobre creación y gestión de negocios. También es clave incorporar mentores, mujeres emprendedoras con experiencia y casos de éxito que sirvan como referentes y que visibilicen que el emprendimiento es una opción viable y accesible para las mujeres. Si las jóvenes encuentran en la FP una vía para adquirir tanto competencias técnicas como una visión emprendedora, estaremos rompiendo las barreras históricas que aún arrastramos y salvando aquellas que puedan aparecer en el futuro.
Aunque las tasas de emprendimiento han avanzado hacia una mayor equidad, todavía hay mucho camino que recorrer. Por lo que, si queremos ver un cambio real no sólo en este ámbito, sino en el conjunto de la estructura económica del país, debemos potenciar una educación que fomente la equidad de género, dote a las mujeres de todos los recursos y conocimientos necesarios e impulse su gran y necesaria capacidad emprendedora. Solo así podremos avanzar hacia una economía realmente inclusiva, en la que todas las personas cuentan con igualdad de oportunidades para escoger su futuro profesional.