Mi sobrino me lleva las redes

La frase que da título a este artículo no es solo una afirmación que escuche a menudo. Es una preocupante declaración de intenciones que pone de manifiesto el riesgo que todavía asumen muchas empresas al no entender la importancia que tiene la comunicación para su negocio.

Y no es que yo tenga nada en contra de los sobrinos, los primos o, incluso, los abuelos. Creo que pueden ser de gran ayuda, especialmente en los inicios de cualquier pequeño negocio. Lo preocupante es el carácter accesorio, trivial y prescindible que demasiadas pymes, directores generales y empresarios otorgan a una pieza fundamental para el porvenir de su negocio como es la comunicación y, en concreto, la comunicación on-line.

Independientemente de que fabriques tornillos, vendas billetes de avión o repartas comida a domicilio, el futuro de tu empresa pasa por interiorizar que la comunicación forma ya hoy parte del motor de tu negocio. Que no es un gasto sino una inversión y que al igual que a tu prima Nati no le encargas que te ponga un by-pass coronario, no puedes delegar en cualquiera la gestión de la imagen que proyectas al mundo. Seas grande, pequeño o mediano, millones de personas se transforman en potenciales clientes desde el momento en el que creas una página web o abres un perfil en redes sociales. De cómo lo gestiones dependerá la evolución de tu negocio, el crecimiento de tu facturación, tu reputación en redes, la imagen corporativa de tu empresa, la capacidad de seguir siendo competitivo y, por consiguiente, la posibilidad o no de sobrevivir en un mercado global y digitalizado como en el que vivimos.

Por mucho que algunos se empeñen en lo contrario, el hecho cierto es que, a día de hoy, ya no es suficiente con que tu sobrino te haga una web, te cree un perfil en redes sociales o te prepare un contenido en power point. Tampoco es suficiente con que encuentre un rato para “poner un par de tuits”, igual que no es suficiente que tu responsable de finanzas encuentre un rato para hacerte un par de apuntes contables.

Y es que estar en redes de forma amateur, te convierte inexorablemente en amateur ante los ojos de quienes te observan. Que tus redes o tu web den sensación de cutres, hace que tus servicios o tus productos también lo parezcan. Esa es la condena o la bendición, según se mire, de hacer negocios en la era digital. Lo que cuentas y cómo lo cuentas es más importante que nunca. Tanto es así, que el esfuerzo de tu canal de ventas se desvanece cuando convive con una mala comunicación y, en cambio, se multiplica cuando se ve arropada por una comunicación cuidada y profesional.

Llegados a este punto, la pregunta que deberías hacerte para saber en qué estado se encuentra la comunicación de tu negocio es si tú comprarías tus propios servicios o productos si los conocieras por primera vez a través de tu web o tus redes sociales. ¿Estás transmitiendo correctamente los valores y la misión de tu negocio? ¿El contenido que publicas es atractivo? ¿Te genera confianza? Solo tú tienes la respuesta y solo tú la capacidad de corregir el rumbo. Y es que no puedes cambiar la era en la que te ha tocado hacer negocios, pero si puedes cambiar la forma en la que haces negocios dentro de la era en la que te ha tocado vivir.