La crisis sociosanitaria ya está superada. Tras años de incertidumbre y cambios a contrarreloj que han sacudido los cimientos de los mercados, en general, las empresas comienzan a vivir una mejor temporada. Por eso, la competencia se hace más visible en todos los sectores y se multiplica si, además, se tiene en cuenta la presencia […]
Dirigentes Digital
| 03 may 2022
La crisis sociosanitaria ya está superada. Tras años de incertidumbre y cambios a contrarreloj que han sacudido los cimientos de los mercados, en general, las empresas comienzan a vivir una mejor temporada. Por eso, la competencia se hace más visible en todos los sectores y se multiplica si, además, se tiene en cuenta la presencia en entornos digitales.
La cuestión es que, como consecuencia de esta situación, los planes a corto plazo de la mayoría de compañías siguen centrándose en la recuperación más que en el crecimiento. Esta variable se repite en cualquier empresa, a menos que hablemos de las populares empresas unicornio.
El término “unicornio” fue acuñado hace 9 años por la inversora de capital riesgo Aileen Lee para referirse a los negocios privados valorados en más de 1.000 millones de dólares. Por entonces, solo existían en el mundo 39 registradas, pero, para 2018, el número de unicornios ascendió a 279. Asistíamos a los primeros ejemplos del hipercrecimiento que protagonizan estas empresas, las cuales ya sumaban 524 justo antes de la pandemia. Como era de esperar, las tendencias al respecto siguen siendo positivas y este año, probablemente, ya tendremos 1.000 unicornios deambulando libremente por el tejido empresarial de EEUU, China, India, Reino Unido y Alemania, como potencias ideales para su desarrollo.
Actualmente, es común encontrar empresas unicornio en los sectores más innovadores, tales como comercio electrónico, tecnología y finanzas, pero también han expandido su crecimiento al data, salud y farmacia, bienes de consumo rápido y educación.
Si bien los ámbitos en los que operan son muy diversos, lo cierto es que los unicornios comparten muchos rasgos similares entre sí: su propia razón de ser los lleva a transformar estrategias, modelos de negocio y culturas o incluso identificar oportunidades en sus flaquezas. En definitiva, son corporaciones disruptivas, preparadas para competir y orientadas a futuro, una naturaleza que ayuda a construir comunidad en línea con un sentido de lealtad que puede llegar a dejar fuera de juego a las empresas más sólidas.
Sin embargo, no siempre es oro todo lo que reluce. El hipercrecimiento de las empresas unicornio también acarrea ciertas dificultades que suelen darse en las segundas o terceras rondas de inversión y que precisan de seria valoración.
Estos problemas habitualmente provienen de cuestiones como la falta de visión del fundador; la falta de sistemas y estructura para sostener el crecimiento de la compañía, así como la carencia de destrezas y experiencias profesionales de diversa índole; y la dispersión de la marca. Y es que el rápido crecimiento de los unicornios ha tensado su propia marca más allá de su forma original debido a rápidos cambios, nuevas áreas de negocio o propuestas novedosas que no han tenido tiempo suficiente para asimilarse. Esta situación puede poner en peligro su identidad.
El objetivo es lograr un justo medio entre crecimiento y control. Como el desequilibrio genera ansiedad, se debe crear una base que sustente la expansión de la empresa sin inconvenientes. Esta tarea puede realizarse a través de iniciativas como: