Has atravesado la barrera de los 1000 días en tu negocio, con clientes y dinero en el banco. Bien, es un hito importante que implica, entre otros, haber tenido la capacidad de no confundir facturación con beneficios. ¿Y qué haces el día siguiente? Comienzas la etapa de la profesionalización (se llama así en España y […]
Dirigentes Digital
| 23 mar 2023
Has atravesado la barrera de los 1000 días en tu negocio, con clientes y dinero en el banco. Bien, es un hito importante que implica, entre otros, haber tenido la capacidad de no confundir facturación con beneficios.
¿Y qué haces el día siguiente? Comienzas la etapa de la profesionalización (se llama así en España y en cualquier rincón capitalista del planeta). Luchas por la consolidación y la permanencia, de la misma forma que hace un equipo de fútbol recién ascendido a la primera división.
Para profesionalizarte, por experiencia te propongo poner el foco en cinco asuntos concretos.
El primero es la asesoría. Probablemente ha llegado el momento de contar con una segunda opinión. Necesitas analizar si verdaderamente entienden tu negocio y si recibes un servicio con el nivel técnico suficiente para sostener tu crecimiento. O, por el contrario, si tienes que ponerte a buscar una nueva en otro barrio. ¿Finalmente has comenzado tu emprendimiento eligiendo a los baratos? Cuidado que los resultados van a ir siempre de la mano.
El segundo es el mercado. Han pasado tres años y ya tienes mucha información y conocimiento. Sabes que las cosas no funcionan como te habías imaginado al principio, has visto las tendencias y las barreras de ingreso. Posiblemente hayas logrado vender sin pensar detenidamente en un segmento en concreto, pero para seguir avanzando hay que incorporar metodología comercial. Segmentar es la materia prima de una estrategia y, si estás bajando precios para aumentar la satisfacción de tus clientes, algo se romperá más temprano que tarde.
El tercero es atacar el cuello de botella. No estoy hablando solamente del mundo industrial. En todos los procesos pueden existir restricciones o áreas que reciben una cantidad de solicitudes que no pueden atender a tiempo. Por ejemplo, los pedidos de presupuestos, que, por falta de un responsable técnico, se preparan con una demora insufrible para la mayoría de los clientes. Un cuello de botella puede ser un ordenador, una persona, una furgoneta. Es decir, la falta de recursos, pero también una organización muy básica que no resiste la evolución del negocio.
El cuarto es decidir hacia dónde orientar la primera inversión importante. Invertir los beneficios o endeudarse razonablemente, no es una práctica anticuada, sino todo lo contrario. Porque si quieres crecer, hay que hacer algo más que eliminar los cuellos de botella y contratar vendedores. Como ejemplo, alcanzar o superar un determinado nivel tecnológico puede ser la clave de tu competitividad, que no es otra cosa que ser susceptible de competir en otros ámbitos o mercados.
El quinto y último es una declaración de principios, es casi la elección de un modelo empresarial de cara al futuro. Tienes que decidir si harás un intento serio por desarrollar la capacidad de innovar, o te limitarás a buscar oportunidades que no siempre se encuentran.
Innovar no es sencillo y tampoco está al alcance de cualquier pyme que se lo proponga, a pesar de las deducciones fiscales o las subvenciones disponibles para sacar músculo ante los competidores. Se necesita capacidad técnica, financiera, método y, principalmente, un contacto intenso y sin intermediarios con los usuarios, que no están esperándote en un restaurante.
Para finalizar, si has puesto en marcha una empresa tecnológica tipo startup, posiblemente este artículo no esté escrito totalmente para ti, lo siento. Ahora bien, si tu negocio es de los convencionales, seguramente te interesará.
Llegaste a los 1000 días, bien hecho. A seguir confiando en tu trabajo, que hay mucho por delante.