Los datos que las empresas y organizaciones almacenamos de nuestras transacciones y relaciones con los clientes y terceros tienen o tendrán un valor tan importante que los hacen comparables al oro, el petróleo o cualquier recurso necesario y apreciado por la sociedad. Todos hemos oído o leído alguna vez frases de este estilo y es […]
Dirigentes Digital
| 03 dic 2018
Los datos que las empresas y organizaciones almacenamos de nuestras transacciones y relaciones con los clientes y terceros tienen o tendrán un valor tan importante que los hacen comparables al oro, el petróleo o cualquier recurso necesario y apreciado por la sociedad. Todos hemos oído o leído alguna vez frases de este estilo y es fácil ante dichas afirmaciones, que suenan tan rotundas y que aparentemente parecen tan fundadas técnicamente, dar por sentado que son totalmente ciertas.
No obstante, antes de empezar a atesorar información en nuestras empresas, con el fin de crear e incrementar este supuesto e importante activo, es interesante pararnos a pensar un poco lo que tienen de realidad este tipo de expresiones.
Sin querer ser excesivamente teórico, sí que es bueno reflexionar sobre los datos como un recurso valioso económicamente hablando. Un bien tiene valor dependiendo de su utilidad y, sobre todo, de su nivel de escasez. En economía, por definición, todos los bienes son escasos, pero algunos, como el petróleo y el oro, mucho más que otros, debido a que se conoce perfectamente la limitación de sus reservas y, por lo tanto, de su escasez.
Pero los datos no son escasos. Más bien todo lo contrario. El volumen generado en los últimos meses probablemente sea igual al que se generó en los últimos años y, esta tendencia exponencial, consecuencia del incremento de la densidad digital, se seguirá repitiendo en el futuro sin previsión de cambio.
Los datos en sí mismos no valen nada
Los datos no son un recurso escaso pero es que, además, en sí mismos no valen nada. Y quiero subrayar las palabras “en sí mismos” porque es totalmente cierto que tenemos grandes ejemplos de compañías que, gracias a sus capacidades para usar los datos, están logrando generar valor de forma continua. Pero principalmente se lo deben a su habilidad para usar, analizar e interpretar los datos y no a los datos en sí.
Sin duda, si nosotros contamos con esa destreza podemos obtener rendimiento de la información. Por lo que es esa habilidad el verdadero bien escaso y de valor que debe poseer toda compañía.
En este sentido, ¿cuáles son realmente las capacidades que debemos tener para transformar los datos de nuestra empresa en valor?
En primer lugar es imprescindible saber distinguir los datos útiles de los inútiles. Es cierto que el coste de almacenamiento de los datos es cada vez más bajo. Sin embargo, el coste del tiempo dedicado a procesar y analizar estos datos es y será cada vez mayor. Aunque un dato útil hoy puede dejar de serlo en el futuro y, viceversa, poder discernir uno de otro en cada momento es algo que no todas las empresas son capaces de hacer.
Asimismo, la velocidad con la que actuamos desde que se generan unos datos hasta que nuestra empresa reacciona es ahora más crítica que nunca. Todas las herramientas, procesos y reglas de negocio que nos permitan altas capacidades de respuesta online basadas en datos son necesarias para incrementar el valor de esa información.
A medida que nuestra empresa crece en tamaño y complejidad es más difícil acceder a cualquier dato garantizando su unicidad y veracidad. De hecho, hay muchos directivos que tienen la sensación de que cuantos más datos existen en su compañía, menos información tienen. La variedad de aplicaciones, bases de datos, procesos de transformación de datos, etc… hacen tremendamente complejo usar los datos adecuados en el sitio adecuado. Aunque existen herramientas que nos ayudan a solucionar este problema, realmente esta habilidad se logra cuando tenemos a la organización concienciada de que los datos tienen un uso corporativo y, lo por tanto, se deben seguir unas reglas tanto en su generación como en su uso.
Los profesionales que trabajan con los datos son la última de las capacidades a tener en cuenta. La intuición seguirá siempre siendo importante pero debe estar cada vez más arropada por los datos. Esta es una de las habilidades clave y, quizás, como todas las que implican a las personas, la más difícil de conseguir. No estamos hablando solo de tener científicos de datos, sino de empleados con capacidad de análisis y conocedores del negocio que demanden constantemente datos de calidad para su trabajo.
Estas cuatro capacidades se apoyan entre ellas y, en mayor o menor medida, deben de desarrollarse en conjunto. Por ello, es importante reflexionar sobre cuáles son las que nuestra organización tiene menos desarrolladas y actuar sobre ellas.
Sólo de esta manera lograremos las habilidades necesarias para gestionar los datos de manera óptima y convertirlos, además de en un recurso escaso, en un valor igual o superior al del oro o el petróleo.